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Una foto

La imagen (cortesía del Servicio Europeo de Acción Exterior) que preside la presente entrada  escenifica el encuentro que mantuvieron en 2012 el primer ministro serbio, Ivica Dačić, y su homólogo albanokosovar Hashim Thaçi. En el medio, vemos a la jefa de la diplomacia europea de entonces, Catherine Ashton. En principio, todo parece normal, pero, antes de nada, es conveniente realizar algunas observaciones, porque nada es «normal» aquí:

  • El lenguaje (no verbal):

Los gestos, la actutud, la pose… son importantes en el oficio de diplomático; nada se improvisa, porque todo está muy planeado: se transmite mucha información. Así se observa cierta satisfacción en el rostro de Ashton, pues reunir a dos enemigos es siempre un triunfo para la UE (y de cualquiera). Dačić presenta actitud cansada y cierta caída de hombros; también cierta sonrisa que recuerda a la Mona Lisa, enigmática, lejos de una actitud que implique darlo todo en el encuentro. Thaçi, por su parte, también mira a la cámara pero su mirada está mas allá. En resumen: ni el serbio ni el albanokosovar parecen encontrarse en su salsa y la única que parece estar contenta con la reunión es la alta funcionaria europea. Dačić  no sonríe, no está integrado con los otros dos, casi parece que esté en un funeral (luego veremos que no está muy lejos de eso). En suma, esto no va con él. Thaçi, por su parte, no está mirando el móvil porque queda feo, pero como si lo estuviera, porque sus problemas no eran menores.

  • El trasfondo, los metadatos

Vamos ahora con lo que llamo metadatos de la foto -palabra que robo descaradamente a los que trabajan con tecnologías informáticas. Se trata de, como etimológicamente nos dice la palabra «mas allá de los datos»: lo que no se ve.

De acuerdo con lo arriba esbozado, todo parece indicar que las caras de poker de los políticos llamados (obligados) a entenderse no se debe a que han pasado la noche anterior de juerga y están de resaca, con independencia de todo el cansancio que suele suponer un viaje (el encuentro  tuvo lugar en Bruselas). Vamos por partes:

  • Dačić representa a un gobierno que no reconoce la independencia de Kosovo, por lo que refleja con fuerza que no está en un encuentro internacional, sino en otro en el que está tratando con un subordinado, una especie de gobernador, pero en absoluto con un jefe de Estado. En otras entradas tendremos la ocasión de ver como lo dicho se deja sentir en la denominación de las instituciones serbias que tienen como fin tratar la normalización de relaciones con Kosovo (en realidad, mejor «con Pristina», pra no implicar que se acepta algo con Kosovo): abunda ls palabra «autogobierno» (dentro de Serbia, se entiende). En segundo lugar: que quede claro que a él no se le ha perdido nada allí: si está, es porque la UE se lo impone como conditio sine qua non para progresar en el camino de la adhesión de Serbia a la UE.
  • En cuanto a Thaçi, representa a un estado independiente, no tiene nada que negociar con un señor que niega que Kosovo sea un país. Como se ha avanzado arriba, Serbia sigue considerando a Serbia parte de su territorio y entorpece la administración de Pristina en los territorios de mayoría serbia. Lo peor de todo es que, oficalmente, como se verá después, sigue siendo un poco así.

También podía sentirse indignado de tener que tratar con un país que había hecho daño a su pueblo en 1998-1999. No obstante, el dignatario tampoco es que fuera un santo: las noticias para el premier albanokosovar no eran precisamente buenas: no extraña, en ese sentido, que su mente estuviera -o pareciera estar en otra parte. En efecto: lejos quedaban los buenos tiempos en que había ganado las elecciones de 2007 y, la declaración de independencia de 2008. Ese mismo año, posaba en una foto dando un apretón de manos al presidente estadounidense George W. Bush (2008), siendo recibido en la Casa Blanca por su más importante valedor internacional. Entonces sí que sonreía: de oreja a oreja. Con todo, su estrella comenzó a declinar y, a finales de 2010, un informe del  Consejo de Europa (CoE) establecía unas conclusiones demoledoras: se establecía que Thaçi  era el líder del llamado «Grupo de Drenica», una banda criminal que traficaba durante la guerra de 1998-1999 con órganos de prisioneros serbios. A ello se añadia otro (también demoledor) reportaje de la  BBC, que establecía, indagando en el mencionado informe del CoE que, que Thaçi aparece muy vinculado con un grupo de crimen organizado integrado por antiguos comandantes del UÇK (Ejército de Liberación de Kosovo, por sus siglas en albanés) que traficaba con órganos y estupeacientes. No se pudo probar la implicación directa de Thaçi, pero si una relación muy estrecha con los militares mencionados. En 2020, el Tribunal especial para Kosovo halló indicios de particiación de Thaçi, junto a otros, en diez crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra que incluían asesinato, persecución, tortura y desaparición forzada de personas. Ello ocasionó su dimisión en 2020. El caso sigue abierto.

En resumen, la foto se encuentra a años luz de ser normal. Sólo Catherine Ashton parece disfrutar

La Normalización de Relaciones Belgrado-Pristina

Serbia es considerada- junto a Montenegro- como un frontrunner  (según la jerga comunitaria) en el camino de la adhesión a la UE. Ambos países son, en teoría, los alumnos más aventajados de entre todos los candidatos de los WB6.

Sin embargo, ir en cabeza en la carrera descrita no es sinónimo en ningún caso de que la meta esté cerca. De hecho Serbia reúne una serie de requisitos que hacen que su proceso de adhesión sea distinto a otros candidatos, a saber: 1) la colaboración con el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY) y 2) La normalización de relaciones con Kosovo; 3) otras especifidades más que son objeto de esta entrada. nos centraremos en la segunda

  1. La primera de las obligaciones fue la entrega de las personas que han tenido participación en la perpetración de crímenes de guerra y contra la humanidad en las guerras de Yugoslavia durante la década de 1990. Es un capítulo ya  cerrado que tiene como culmen la entrega al TPIY de los criminales de guerra serbobosnios Radovan Karadžić (condenado a 40 años de  prisión por los cargos de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra), Ratko Mladić (condenado a cadena perpetua por genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, en especial por su participación en la masacre de Srebrenica en 1995) y, por último, el más recordado,  Slobodan Milošević, que murió en el centro de reclusión de  Scheveningen, dependiente del TPIY, y cuyo caso va a servir de modelo para el segundo jefe de estado reclamado por un tribunal internacional: Vladimir Putin.  El requisito de poner a disposición de la Haya de criminales de guerra no es exclusivo de Serbia, también los hubo croatas, bosniocroatas, albanokosovares.

2. Otra de las condiciones de adhesión para Serbia es, expresado de manera expeditiva, la renuncia a Kosovo, que se translitera como «obligación de mantener buenas relaciones con sus vecinos/normalizar relaciones con Kosovo«.

Cooperación regional

En el capítulo de la cooperación regional, las relaciones bilaterales con los estados vecinos y de la zona, existen convenios de cooperación en vigor y con buena marcha con Macedonia del Norte y Kosovo (del que se hablará después) . El caso es distinto con BiH donde, efectivamente, hay firmado un convenio que no está aún ratificado. Hay buen clima en cuanto a delimitación de fronteras, pero tampoco hay que olvidar que la parte de BiH fronteriza con Serbia corresponde al sector “serbobosnio” de la federación, entidad, en sintonía con la Serbia de Vučić. Con otros países como Albania o Turquía las relaciones gozan de buena perspectiva. En lo tocante a los países miembros, la tónica general son las buenas relaciones con Bulgaria, Hungría, Rumanía y Grecia. La excepción la constituye un poco Croacia, país con el cual el trato es bueno pero con diversos malentendidos y discrepancias, quizá naturales en dos países que han estado en guerra hasta no hace tanto.

 

Normalización delas relaciones con Pristina

Y ¿qué entiende la UE por «normalizar»? fácil: que Serbia reconozca la independencia de su antigua provincia. Esto es difícil para cualquier país, pero todo se complica aún más: 

Kosovo se encontraba regido por la resolución de Naciones Unidas 1244 (1999) de 10 de junio, (en adelante, S/RES/1244), que establecía una «presencia internacional” (la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK)). En los Acuerdos de Ramboullet se estipulaba la instauración de un “gobierno autónomo sustancial”. De ningún modo se habló de algo parecido a la independencia sino de respeto a “los principios de soberanía e integridad territorial de la República Federal de Yugoslavia”. Es lo que se denomina “pautas de referencia antes de status« en el espinoso lenguaje comunitario; esto es: antes de la guerra y de la administración de las Naciones Unidas. El Consejo de Seguridad delega en la UE la puesta en práctica de la S/RES/1244, convencido de que la Unión -el influyente vecino- podía garantizar mejor que nadie las medidas desplegadas y podría así, contribuir a la estabilidad y democratización de la región. La UE, por su parte, se encargaba de seguir recordando que no se contemplaba un Kosovo separado de Serbia.

No obstante, los hechos demostrarán lo contrario: llegamos a la proclamación de la independencia de la exprovincia serbia en 2008, en un escenario renovado de división y falta de posición común de la UE al respecto: los diplomáticos serbios debieron quedar en estado de shock cuando se produce una cascada de reconocimientos internacionales de casi todos los estados miembros excepto España, Eslovaquia, Chipre, Rumanía y Grecia. Fuera del ámbito de la UE, existen importantes detractores al reconocimiento como Rusia, China o Brasil. En 2010, el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) dictamina que la declaración de independencia de Kosovo no violaba el derecho internacional, un pronunciamiento muy controvertido y discutido hasta el día de hoy.En realidad no decía gran cosa y no se manifestaba acerca del mismo proceso de independencia de Kosovo.


Las expectativas depositadas en la UE no terminaban de materializarse: fue incapaz de fijar un marco de negociación que funcionara.  También tuvieron mucho que ver las partes en litigio: Serbia podía ser más proclive a negociar, aunque se retrajo porque se sintió, y con razón, traicionada por gran parte de la comunidad internacional: se le amputaba una parte de su territorio, después de asegurar que la integridad terriotorial de Serbia no se tocaba(S/RES/1244). Kosovo, por su parte ejerció un muy lógico y consecuente boicoteo, pues no les interesa que se recupere una S/RES/1244 que no dice nada de independencia y temen -también con razón- perder lo conseguido, que no es poco.

En mi opinión, con independencia del hecho de que la situación de los albaneses en kosovo era deplorable en la Serbia de Milošević, reconocer la independencia de Kosovo tiene una utilidad bastante dudosa:

  • En primer lugar, radicaliza las posturas entre Belgrado y Pristina y las vuelve irreconciliables; Serbia se siente traicionada; Kosovo piensa que puede aspirar a más.
  • En segundo lugar la situación de Kosovo es precaria, con una fuerte división entre Estados que reconocen su independencia y Estados que no lo hacen, entrando en un juego de equilibrismos diplomáticos que no hubiera tenido lugar si se hubiera consensuado mejor y de manera unánime el reconocimiento de Kosovo. De acuerdo con lo dicho, cada vez quetiene lugar un foro europeo para acercar las posiciones de las partes, no se está hablando el mismo idioma, no se puede trabajar sobre una base común, pues se difiere en lo esencial: ¿estamos posibilitando una negociación… entre quienes? ¿dos países?¿o entre un país y un territorio que forma parte de dicho país? Se pierde un tiempo precioso. Si salimos de la UE, es aún peor: Kosovo no es un Estado para Rusia, China, Brasil o España; mientras que para Estados Unidos, Reino Unido o Alemania y Francia, sí lo es: se envenena la conversación antes de empezar.
  • En tercer lugar, y quizá más importante, se perdió una buena oportunidad de revertir la tendencia a los estados étnicamente homogéneos como premisa indiscutible de las guerras Yugoslavas. Ello se propició por parte de la comunidad internacional. Quizá con la mejor voluntad prestó más atención al secesionismo -una de las opciones, pero no la única- de arreglar el desaguisado -en particular, económico- que era la Yugoslavia de los años 1980. Existían otras opciones que no pasaban por la disolución: serbios y macedonios, al igual que el resto de los yugoslavos, tampoco estaban de acuerdo con el cariz que estaba tomando su país, y en la multiétnica Bosnia, había grupos compuestos de todas las etnias que cantaban exhortando a preservar la Yugoslavia multiétnica, no a romperla: no todo croata o todo serbio quería la separación. Al ignorar estos deseos regeneracionistas en versión «mantener Yugoslavia» se posibilitó sin quererlo que todo se deslizara hacia la guerra.Así, lo que trascendió, sin embargo, fue una supuesta «lógica de la guerra de Yugoslavia»: se trata de una apuesta por el estado nacional uniétnico -algo imposible por la propia configuaración de minorías étnicas y poblaciones entrelazadas de los Balcanes- frente a uno multiétnicoLo dichomerece un epígrafe aparte:

¿Estado étnicamente homogéneo o multiétnico?

Promoviendo una Serbia con un Kosovo autónomo, con una autonomía verdaderamente amplia,  se podrían haber revertido los efectos de la destrucción de la Yugoslavia multiétnica atacada por las ideas de homogenización étnica: señalar un modelo y solución para otros estados.

Así, nos encontramos con que

– por una parte, la comunidad internacional saluda el estado étnicamente homogéneo (el juego de equilibrismo de la federación bosnia es un buen ejemplo, una estatalidad que se ha salvado llevando a cabo complicados repartos de competencias entre las distintas comunidades étnicas) , con lo que se justifica la guerra y la limpieza étnica anterior.

Los acuerdos de Dayton deben seguir siendo intocables, no se debe alterar su arquitectura. Es cierto que, como se ha dicho,  sancionan los planes de estados étnicos -limpieza incluida- de sobre todo Serbia y Croacia…pero criticar es fácil, y yo no he estado allí: quizá fuera el mejor acuerdo que se podía lograr.

Al menos es algo a lo que a aferrarse: discutir fronteras, -sobre todo cuando hay un componente étnico implicado- es una experiencia abocada al fracaso y, por lo general, violenta en extremo. Por ello, es preferibl no tocar lo que ya se tiene, y debe rechazarse cualquier propuesta en la línea de «redibujar» las fronteras que tanta sangre exigieron para su delimitación. Insinuaciones en la línea de estado uniétnico al respecto no faltaron: en 2021 Borut Pahor, presidente esloveno, ralizó unas declaraciones en las que propugnaba»redibujar» las fronteras de los Balcanes y reorganizar la región en una forma más «sostenible y pacífica»; dicho pacifismo quería decir en realidad disolver Bosnia y dar a croatas y serbios sus «correspondientes» territorios poblados por sus «compatriotas étnicos», dejando a los «bosniomusulmanes», sin «estados madre», dos cantones aislados y separados entre sí, y muy poco viables. Es la lógica de que el perdedor debe serlo de forma total para garantizar ausencia de conflictos (supuestamente): la propuesta era peligrosa -por mucho que se asociara a algo «pacífico»-  y produjo que la presidencia de Bosnia llamara a consultas a la embajadora eslovena quien, por supuesto, desdijo al presidente de su país.

Serbia o el doble rasero de la «intocabilidad» de Dayton

Volviendo a Serbia, se da una contradicción, o dos, si se quiere, por parte de la comunidad internacional en la cuestión de Kosovo:

  • No entramos a hablar de los acuerdos de Ramboillet, cuyo cometido no era alterar lo acordado en Dayton sino organizar o gestionar un Kosovo sin las fuerzas policiales serbias y su correspondiente represión indiscriminada. Lo mismo puede predicarse de aqeulla practicada, aunque en menor medida, por el bando albanokosovar.
  • La afirmación de que Dayton es sagrado y que no se deben alterar sus fronteras devino en  papel mojado, pues la independencia de Kosovo -bendecida por los países más importantes de la UE y, Reino Unido y EE.UU.- lo contradice.
  • Kosovo puede separarse de Serbia, pero no se aceptó cuando hubo cierto acuerdo en 2019 para intercambiar territorios poblados por serbokosovares en Kosovo y albaneses en Serbia. Una solución, como se ha dicho, siempre peligrosa, pero lógica. Para Kosovo resulta un verdadero dolor de cabeza lidiar con un unas zonas «serbias» (sobre todo Mitrovica, entre otras) que escapan a su control de facto. Serbia, por su parte, se deshace de un problema. Se puede cambiarDayton, pero si beneficia a Serbia no, sólo si le perjudica: es un ambiguo mensaje, ideal para ser utilizado por el en absoluto proeuropeo presidente serbio  Vučić. El líder no es muy querido en la UE, pero parece que se le dan alas con esta actitud.

En fin, el resumen de lo dicho podría condensarse en un viejo aforismo: «¿por qué tengo que ser yo una minoría étnica en tu estado cuando tú puedes serlo en el mío?

En la próxima entrada, pasamos a hablar de la normalización de las relaciones con Kosovo propiamente dicho

 

Esta entrada es parte de mi artículo…

ampliado y actualizado…porque los acontecimientos en estos lares corren mucho.

«La adhesión de Serbia a la UE como punta de lanza de la integración de los Balcanes occidentalessituación actual», Revista de estudios europeos, ISSN 1132-7170, ISSN-e 2530-9854, Nº. 74 (Julio-Diciembre), 2019, págs. 138-184

 

«Accession of Serbia to the EU as spearhead of integration process of the western Balkans: current situation»

Resumen
español

El propósito del presente artículo es el estudio y análisis del proceso de integración de la República de Serbia en la Unión Europa teniendo en cuenta los antecedentes históricos que hacen que dicho proceso presente particularidades que lo hacen diferente del resto del contexto de los Balcanes Occidentales. Asimismo, se analiza la importancia decisiva que la cuestión presenta para la Unión Europea y su política de ampliación en la región.

Se ha estructurado el presente estudio en cinco secciones que van abordando el proceso de adhesión en sus diferentes momentos con especial hincapié en el estado actual de las negociaciones, núcleo del estudio.

English

The purpose of this article is study and analyse the process of integration of the Republic of Serbia into European Union, taking account of the historical background, which makes Serbian path to integration different from the rest of Western Balkans. Furthermore, this study discusses the singular importance of the issue in the expansion of EU in the Western Balkans region.

The study will be structured in five sections looking at the stages of the accession process, taking account of the current state of negotiations

 

Por Antonio Rando Casermeiro

Me llamo Antonio y nací en Santander en 1974, aunque soy, sobre todo, de Málaga. Soy licenciado en Derecho e Historia y doctor en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales por la universidad de Málaga y quisiera dedicarme a ello. Soy un apasionado desde pequeño del este de Europa, especialmente de los Balcanes y Yugoslavia. Me encantan las relaciones internacionales y concibo escribir sobre ellas como una especie de cuento. Soy apasionado de escribir también cuentos y otras cosillas. Desde 2013 resido en Colonia (Alemania)

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