Los Bijelo Dugme en sus inicios, en un estudio de grabación, Londres, 1975

Hoy hablaremos un poco de música…pero la música es, como sabemos, un reflejo de la realidad o un intento de huir de ella, como mejor les parezca.

Hace unos años…

Me asombró sobremanera ser testigo, en la primera década de este siglo, ver a jóvenes de todas las repúblicas que un día fueron Yugoslavia (Eslovenia, Croacia, Bosnia, Serbia, Montenegro y Macedonia, pero también de Kosovo y de Albania y Bulgaria) cantar juntos. No me lo han contado, repito; lo he percibido con mis propios ojos y oídos. Con todo, lo más curioso -así como emocionante y lleno de simbolismo- no era sólo que cantaran juntos, sino el tema que entonaban: «Pljuni i zapjevaj moja Jugoslavijo«. Constituye un éxito intemporal del grupo de rock-folk balcánico Bjelo Dugme (botón blanco, en serbocroata).

No obstante, el objeto de esta entrada no es hablar sólo de música…

El grupo: la Yugoslavia multicultural y multiétnica

El conjunto es pura Yugoslavia entendida como país multicultural. Bijelo Dugme se formó en el año 1974 y terminó su andadura en 1989. Son dos fechas significativas. La primera es la de la última constitucion yugoslava, pensada para dar solución a las tensiones interétnicas y de otra índole que empezaban a poner a prueba el tejido yugoslavo. En cuanto a 1989, es el punto de partida de las protestas en todo el bloque del este, que tiene como hito la caída del Muro de Berlín en octubre y representa el principio del fin de la Europa socialista. 

Pop-Rock balcánico muy peculiar

En lo musical, Bijelo Dugme se ha caracterizado por una fusión de géneros: un rock que a veces es progresivo o pop, y  folk, englobando este último música tradicional de los Balcanes -también gitana- con su correspondiente gama de instrumentos específicos. Como grupo que se desenvolvió entre los años setenta y ochenta, se caracterizaron también por la experimentación, incluyendo elementos teatrales y visuales a la hora de interpretar sus canciones, un poco a lo Frank Zappa. Es un fenómeno muy balcánico y no exclusivo de Bijelo Dugme, pues ya había otras bandas que desde los setenta del siglo pasado ya exploraban dicho camino. Las letras de sus canciones suelen ser trabajadas y profundas, poéticas, y versan sobre diversos temas. No fueron una banda política, pero sí es cierto que – y es lo que más nos interesa en esta entrada- algunos de sus temas tenían como hilo conductor la defensa de la idea de Yugoslavia. No obstante,  no nos confundamos: se verá en otra entrada que el asunto no tenía nada que ver con defender al gobierno, como luego veremos, sino de todo lo contrario. Se trataba de atizar a la clase política -musicalmente, se entiende- para que se pusiera a trabajar para salvar Yugoslavia. El voto desde luego no lo pedían para ningún partido, entre otras cosas porque el sistema político yugoslavo no permitía elecciones libres. El objetivo era la preservación de Yugoslavia como país multicultural, multiétnico y diverso. Por dicha razón, no es de extrañar que no estuvieran de acuerdo con los nacionalismos de tinte étnico y excluyente que empezaban a hacerse fuertes desde la década de 1980. No les faltaba razón, pues a la postre acabarían por destruir la federación.

El grupo ha sido muy influyente en toda Europa del este y, por supuesto, los Balcanes. Muchos de sus componentes siguieron su carrera después de la mítica banda, como Goran Bregović, que continuó profundizando en esa fusión de pop-rock y elementos balcánicos, hasta el punto de que para mí -y no soy el único- ha abusado un poco de ello. A su favor puede decirse que ha dado a conocer mundialmente la música balcánica, pero no es menos cierto que dicha música consiste en una fusión que no la representa en su totalidad. Por contra,  Bregović y otros excomponentes del grupo han coqueteado con el excesivo y machacón turbo folk, una especie de chunda-chunda balcánico con turbios inicios.

Del turbio folk (perdón: turbo folk)  y sus variantes – a cual de ellas más estridente-  hablaré en otra entrada pues, si bien todo es respetable, a mi me agota el solo hecho de pensarlo. Pero es muy interesante en cuanto a su contexto.

Continuamos con cosas más o menos serias. La multietnicidad del grupo a la que aludía se manifiesta ya desde la ciudad en que se formó: Sarajevo. Dicha ciudad era, dentro de la ya de por sí multicultural Yugoslavia, el ejemplo más claro de urbe multiétnica. El grupo sarajevita Bijelo Dugme no iba a ser diferente. Estaba integrado por miembros de todas las etnias: Goran Bregović, líder, compositor principal y multiinstrumentista, era de Sarajevo y de etnia serbia. Željko Bebek, vocalista inicial, también procedía de misma ciudad, de padres bosniocroatas. El batería, Goran «Ipe» Ivandić, también bosniocroata, era el único no originario de Sarajevo.  Había nacido en Vareš, pequeño pueblo de Bosnia central. Allí  bosníacos (bosniomusulmanes, con todo el simplismo y reduccionismo que dicho adjetivo implica) y  croatas eran las etnias mayoritarias en 1991, si bien había otras muchas. Tras la guerra, la localidad perdió población -como Sarajevo- y hoy la etnia predominante es la croata, hay menos musulmanes y prácticamente no quedan serbios. Retornando a nuestro percusionista, se mudó con su famila a Sarajevo cuando tenía cuatro años.

Vladimir «Vlado» Pravdić estaba al frente de los teclados y era también de Sarajevo, de padre croata y madre ucraniana. A cargo del bajo se hallaba Zoran Redžić, también oriundo de la capital bosnia y bosníaco. Otros miembros más o menos tempranos de la banda fueron Milić Vukašinović, belgradense de padre montenegrino que había vivido en Peć (Kosovo, entonces provincia Serbia), al ser su progenitor trasladado a dicha ciudad por motivos de trabajo. También podemos mencionar a Lazar «Laza» Ristovski, que nació en Novi Pazar. El nombre de la ciudad tiene reminiscencias turcas y se encuentra en el suroeste de la actual Serbia, muy cercana a Kosovo y a Montenegro. Se considera capital cultural de los bosníacos… ¡serbios! Sí: no todos los bosniomusulmanes están en Bosnia. La ciudad es, a su vez, capital de la también histórica región del Sandžak (Sandiacato), llamada por los serbios Raška, uno de los primitivos reinos serbios durante la edad media, y hoy en día compartida por Serbia y Montenegro. Cerramos, sin pretender ser exhaustivos, con Alen Islamović, que puso voz al grupo en dos ocasiones. Era un bosníaco de Bihać que sustituyó a Željko Bebek.

Como puede verse, el grupo y los orígenes diversos de sus componentes atestiguan el carácter multiétnico de lo que fue Yugoslavia, y se radicaron precisamente en el crisol de los crisoles, Sarajevo.

 

Yugoslavia: un proyecto que no salió como se pensó

El régimen yugoslavo se caracterizaba por su «suavidad» en comparación con otros estados de la órbita socialista de su entorno: en primer lugar,  no era un satélite de la Unión Soviética (Tito rompió con Stalin en 1948 ) y pudo mantener su autonomía, exhibiendo una posición neutral durante la Guerra Fría y ejerciendo liderazgo en el Movimiento de los Países no Alineados (MNOAL), todo ello sin dejar de ser un país socialista; en segundo lugar, la descentralización, al menos inicial. El país se organizó en seis repúblicas y dos provincias autónomas, cada una con su propio gobierno y parlamento, lo que, con límites, implicó una mayor participación ciudadana y una mayor diversidad étnica y cultural. En tercer lugar, en lo económico, no era una economía planificada por el estado como en la URSS, sino una economía… socialista, sí, pero de mercado, donde además muchas decisiones empresariales y económicas eran locales (por eso se llamaba comunismo autogestionario) y se fomentaba la inversión extranjera y cooperación con otros países, incluidos los capitalistas. En cuarto lugar fue un estado caracterizado por la multinacionalidad, donde se respetaba por lo general la diversidad cultural y lingüística, si bien acabó degenerando  en nacionalismos en especial desde los 1980. El resumen es un poco simplista, pero es imposible tratarlo aquí como se merece.

El album: un proyecto que (tampoco) salió como se ideó

Pljuni i zapjevaj moja Jugoslavijo es el noveno álbum de estudio de la banda. Fiel a su tradición interyugoslava, fue lanzado en 1986 por la discográfica Diskoton de Sarajevo, grabado en el estudio de RTV Sarajevo y la canción «Hajdemo u planine» fue mezclada en los estudios de la discográfica Jugoton en Zagreb. En Yugoslavia todo estaba mezclado; baste citar una anécdota: estando Serbia y Croacia en guerra durante la primera mitad de los años 90 de la centuria pasada, tuvieron que entenderse para cumplir los pedidos de armas de otros países, pues la producción de armamento estaba repartida entre las dos repúblicas. Así que no digamos un disco.

No obstante, la idea para la que el LP fue concebido no era exclusivamente la de hacer música: había mucho más. Ya vimos que Yugoslavia era un país con una situación privilegiada si se comparaba con el resto del campo socialista,  y la gente vivía medianamente bien (siempre teniendo en cuenta las diferencias de riqueza entre las distintas repúblicas, que en muchos casos eran enormes). Sin embargo, ello no suponía un consuelo, pues había muchos aspectos que habían empeorado, como describo en la segunda parte de esta entrada. La federación yugoslava estaba en peligro.

Había que alentar la solidaridad, dar fuerzas, luchar por una Yugoslavia siguiera vigente, pero sin asomo de autocomplacencia. Eso de que «somos los mejores» que define a muchos patriotismos no iba con estos yugoslavos. De hecho, el proyecto inicial consistía en editar un LP con la colaboración de artistas y músicos que habían sido víctimas de la represión del estado por sus ideas disidentes. Se trataba de protestar contra el gobierno, que no lograba dar satisfacción a muchos de los problemas de la gente en medio de una crisis económica brutal que generaba una espiral de paro e inflación. Había que despertar a Yugoslavia de su letargo de manera drástica para que reaccionara; defenderla, no hundirla. Por dicha razón, es importante no confundir este tipo de yugoslavismo con aquel excluyente de una sola parte -o de varias partes- del entramado yugoslavo. Así, el yugoslavismo de Bijelo Dugme, que ejercía de portavoz de un amplio sector de la población, pasaba por mantener la existencia de un país multicultural y multiétnico, todo lo contrario de aquellos sueños de diversos apostoles de los estados étnicos puros que precipitaron la guerra en los años 1990.

Y es que Yugoslavia, en 1986, atravesaba una situación preocupante: crisis económica atroz y crecimiento de los nacionalismos, enmarcado todo ello en un contexto internacional que hacía propicio quelas costuras acabaran por saltar y ardieran. Dicho contexto es la desintegración de la URSS y del bloque del este, la caída del Muro de Berlín y subsiguientreunificación alemana y las potencias ejerciendo sus intereses, echando gasolina al incendio y contribuyendo a una espiral hacia la guerra, un aspecto que trato en otra entrada.

Finalmente, la iniciativa de que los disidentes colaboraran en el disco quedó frustrada por la presión de las autoridades, que llevó a que se impusiera la (auto)censura. Lo que necesitaba Yugoslavia en ese momento para que no pasara lo que pasó; con una diferencia con respecto al «ojo el tigre» (ver la segunda parte de esta entrada): en Rocky III estaba Rocky… y en Serbia estaba Milošević. No era el único, si bien hay que decir que Serbia era la república más importante en términos de extensión y población y su nivel de influencia en el resto de la federación era decisivo para desequilibrar la situación.

Como se ha dicho,  el ambicioso proyecto de los disidentes cantando a Yugoslavia encalló . Pero ya era tarde: la gente sabía de qué iba. Quizá no les dejaban decirlo, pero la idea estaba mas que clara. De este modo, asistir a uno de los conciertos de Bijelo Dugme era una profesión de fe, en especial canturrear al unísono «Pljuni i zapjevaj moja Jugoslavijo«. La canción se convirtió en himno de aquellos que perseguían que las cosas cambiaran para salvar Yugoslavia (que abordo en esta entrada), y se siguió cantando después de la guerra por pueblos que habían estado enfrentados en un conflicto armado. Hasta hoy.

Nada menos que en 2005, a diez años de la firma de los Acuerdos de Dayton, que pusieron fin a las guerras de Croacia y Bosnia- y seis años después de la de Kosovo- Bijelo Dugme realizó la  gira «Turneja 2005«, que fue testigo de  conciertos multitudinarios en Belgrado, Zagreb y Sarajevo. Yugoslavia había muerto, pero no el espíritu multicultural y multiétnico que la caracterizó. La gente quería seguir oyendo canciones que exhortaban a vivir en paz y en armonía y a recuperar un proyecto común, uniendo a la gente de unos países que habían estado en guerra y que una vez formaron parte de uno solo. 

 

 

 

 

 

 

 

Por Antonio Rando Casermeiro

Me llamo Antonio y nací en Santander en 1974, aunque soy, sobre todo, de Málaga. Soy licenciado en Derecho e Historia y doctor en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales por la universidad de Málaga y quisiera dedicarme a ello. Soy un apasionado desde pequeño del este de Europa, especialmente de los Balcanes y Yugoslavia. Me encantan las relaciones internacionales y concibo escribir sobre ellas como una especie de cuento. Soy apasionado de escribir también cuentos y otras cosillas. Desde 2013 resido en Colonia (Alemania)

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