¿Otra vez «favorables a la ampliación»?¿En serio?

En la entrada anterior hablábamos de cómo la Unión Europea no digirió bien la macroampliación de 2004, con países que divergen de los valores europeos. Esta sensación les lleva a andar con pies de plomo a la hora de aceptar nuevos socios, si bien no cesan en la cantinela de predicar lo contrario con los (no) hechos ¿quién paga el pato? los países de los Balcanes Occidentales que aspirar a ser estados miembros de la UE: los WB6

Granada (España), 2023

Ruido de fondo: la  guerra de Ucrania y los V4 y el ascenso de la ultraderecha populista en Europa (mientras en EE.UU. sus correligionarios procedieron a la destitución del presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy…¡por su propio partido!, lo que puede poner en entredicho, a su vez, la ayuda a Ucrania), o en la India del populista y nacionalista Modi, que ahora se llama Bharat, y que es otra denominación que hace referencia a las grandezas o gloriosos pasados retro-nostálgicos que, en muchos casos, poco tienen que ver con el presente porque, para terminar de arreglar las cosas, se deja fuera a docientos millones de musulmanes, no presentes en aquel supuesto esplendor. Y es que los nombrecitos los carga el diablo, volveremos sobre ello: hay ejemplos en los Balcanes Occidentales, como no.

Pues bien, dicho contexto es el que envuelve la reunión de la Comunidad Política Europea (CPE) en octubre de 2023 en Granada (España). La CPE es un foro que funciona desde hace un año, que pretende integrar a países europeos  ajenos a la UE y que reúne esta vez a 47 Jefes de Estado. Sus funciones son «fomentar el diálogo político y la cooperación para tratar cuestiones de interés común»; y «reforzar la seguridad, la estabilidad y la prosperidad del continente europeo«.

Pues parece que, a tenor de lo que (por enésima vez)  se lee en los medios, los WB6 por fin van a entrar. En casi todos los periódicos y las fuentes de la UE se afirman cosas como «comienza la cuenta atrás para la integración de los Balcanes» o «la integración de los WB6 es inminente»: no de manera literal, pero ese es el mensaje.

Como explicaré después: no es nada nuevo; es más de lo mismo. Lo llevan años repitiendo. Una prueba de ello es el artículo que escribe para el País ayer mismo (5/10/2023) -y supongo que,del mismo modo, para otros medios- el presidente del Consejo Europeo Charles Michels, titulado «Ampliar la UE, un imperativo geopolítico fundamental «. Resulta muy llamativo el hecho de que de que se habla más de los supuestos logros de la UE y prácticamente nada de los Balcanes Occidentales y, cuando se lleva a cabo, casi se limita a nombrarlos, de manera muy breve y metiéndolos en el mismo saco que Ucrania o Moldavia, Turquía o Azerbaiyán, un error de bulto, como veremos. Error, por cierto, recurrente. Además,  la ausencia de los dos últimos países mencionados es clamorosa. Si la Unión quería apuntarse un tratado de paz entre Azerbaiyán y su aliado turco, por una parte, y Armenia, por otra,  en la cuestión de Nagorno Karabaj, ciertamente no va a ser así.

Seguimos en Granada y todos dan por hecho que sí, que esta vez los WB6 sí que entran. Esta vez sí que es verdad. Permítanme que no lo crea en absoluto, salvo muy grata sorpresa: la hemeroteca es muy aguafiestas, como explicaré.

Un estribillo recurrente

Cada nosecuánto tiempo – lo hacen adrede-  la diplomacia europea tiene a bien «recordarnos», como si de la canción del verano se tratase,  que los Balcanes son países que acabarán en la Unión Europea. Más o menos vienen a afirmar: «no os preocupéis que al final os aceptaremos, paciencia, ya casi estáis». Sin embargo, si nos remontáramos en el  tiempo e hiciéramos un ejercicio de compilación, se daría lugar a una composición que suena parecida a cuando nuestros hijos pequeños cantan de manera machacona algo que acababa por taladrarnos los oídos y obligarnos a decir basta: como el reguetón pero mucho menos asumible.

Vamos con tal canción:

En 2018, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, hablaba de 2025 como probable fecha de entrada de los países de los Balcanes Occidentales (WB), en especial los llamados frontrunners (Serbia y Montenegro), los más avanzados en los criterios de adhesión  . Nada nuevo. Ya se habían barajado antes otras fechas, pero nunca se cumplían. Ya en 2019 se decía que Serbia y Montenegro lo estaban haciendo bien. Sin embargo, al ser preguntado sobre las fechas, el Sr. Juncker escurría el bulto: «a ver, las fechas en sí mismas no son lo importante, esto es un proceso» venía a decir. Y además…además (parafraseo a Don Don Abbondio en la genial obra «I Promessi Spossi» de Manzoni): hay embrollos. Y estos embrollos son, entre otros, el consabido «cansancio de la ampliación«. O sea: Quiero que los WB estén en la Unión, pero es que estamos cansados, tenemos miedo, estamos reticentes. Lo cierto es que suena a sarcasmo innecesario. Que tenemos miedo y por dicha razón no os damos luz verde, pero os la daremos, algún día. Nadie en los WB6 se creyó nada. Están acostumbrados.

Muchos palos (en las ruedas) y muy pocas zanahorias

Serbia

Constituye otro ejemplo de país que quiso «recuperar su grandeza» sumiendo en la guerra y la limpieza étnica a Croacia y a Bosnia-Herzegovina. Croacia también quiso su parte del pastel, pero paró antes.

Seguimos: su sucesora, la alemana Ursula Von der Leyen aseguraba en 2019 que el camino a la adhesión de los Balcanes Occidentales es de una gran importancia estratégica ¿Recuerdan el artículo de Charles Michels del que hablaba arriba, ese  «imperativo geopolítico fundamental?. El problema es que ni se molestan ni en que nos suene a algo ya visto.
Un año más tarde (2020) con un poco de retranca y ya instalada de manera incontestable  la potencia china en los Balcanes Occidentales, la comisaria vuelve a establecer la prioridad de los Balcanes en los proyectos de integración. En fin, todo parece ir sobre ruedas, pero he aquí que no es tan así: el mismo 2021, se anuncia una Nueva Metodología para Serbia y Montenegro que, con independencia de su nombre engañoso o vaporoso, va a suponer endurecer los requisitos a satisfacer para la adhesión a la UE. Después de años de reuniones interministeriales, esto: un jarro de agua fría en toda regla. Si de los 31 Chapters o capítulos llenos de obligaciones que cumplir sólo se han cerrado completamente dos y se han abierto 18,  y ahora se endurecen los que quedan ¿es factible la fecha de 2025? a mi me parece que no: Serbia lleva una década negociando y lo los avances son los ya vistos: mínimos. A ello hay que sumar la posición en la guerra de Ucrania más acorde con Putin, que contraviene las directrices exteriores comunitarias. No: 2025 no es una opción.

Quizá se perdió la oportunidad de tratar más a fondo con Boris Tadić, prácticamente el único presidente decente y normal que ha tenido Serbia desde que dejó el poder Slobodan Milošević, quien hizo con ilusión grandes avances con la UE. Quizá si la UE hubiera aprovechado la presencia de un interlocutor serio y proeuropeo, hombre de mundo y conocedor de Europa, para dar señales a los serbios de que se podía avanzar, la población no hubiera retirado la confianza a Tadić, otorgándosela sorpresivamente a un político menos capaz, de tendencia nacionalista y más orientado a Rusia como Tomislav Nikolić, sucedido por el actual mandatario, Aleksandar Vučić con las ideas mucho más claras… y no precisamente orientadas a la UE, que ha convertido a Serbia en una democracia más autoritaria (ya no se considera democracia plena, sino híbrida) y menos acorde con la UE. Se ha dejado crecer un populismo que hunde sus raíces en la idea de que la UE da poco y pide mucho, amplificado por una propaganda en dicha dirección: se trata de Serbia, un país donde el gobierno controla descaradamente los medios de comunicación.

Es tarde para ser felxible, no se vislumbra a alguien como Tadić -ni siquiera borroso- al final del túnel, porque es posible que la población, donde el sentimiento proeuropeo ha descendido bastante, lo votase.

Con respecto a Montenegro, el país participa de la misma percepción que Serbia. Todo hunde sus raíces en conformar la República Federal de Yugoslavia (RFY), que cometió muchos crímenes y por más largo tiempo que otras repúblicas de la antigua Yugoslavia, aunque, tras la marcha de Slobodan Milošević, se recibió en la Cumbre de Biarritz en 2000 al presidente de la RFY Vojislav Koštunica y se le aseguró que el camino a la UE quedaba libre de ser transitado. Veintitrés años después, parece que el camino no pare de expandirse.

Macedonia (del Norte) (SM)

Hace tiempo que he prometido un artículo sobre este apasionante país, pero no será aquí. Sin embargo, resumiremos su situación.

En primer lugar, la denominación del país: Grecia se oponía al nombre del país y hasta hace bien poco, hemos tenido que referirnos al país con el cansino latiguillo de Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM, en su abreviatura en inglés), la razón es que en un futuro Macedonia podía ejercer reclamaciones territoriales sobre la región griega del mismo nombre. Lo peor de todo es que la Macedonia de Alejandro Magno, que reclaman griegos y macedonios, no era ni una cosa ni la otra. Hablaban griego, o lo fueron hablando poco a poco, pero era un pueblo que, aunque de habla griega, presentaba fuertes influencias tracias e ilirias y vivían un poco aislados del resto del mundo griego, hasta el punto de que algunos los consideraban bárbaros. En cualquier caso: no tiene nada que ver ni con los griegos actuales que habitan la macedonia griega ni con los eslavo-albaneses que hacen lo propio en la actual Macedonia del Norte. Algo parecido a ucranianos y rusos en la edad media, los cuales no pueden ser vistos desde el punto de vista de un ucraniano o un ruso de hoy. Del mismo modo que España no existía en la Edad Media salvo como un concepto geográfico.

Hoy en día, SM da nombre a un país eslavo-albanés que tampoco se parece en nada a los antiguos macedonios. Tito instauró el nombre de Macedonia, como república yugoslava y desde entonces los griegos  manifestaron su oposición. En 2019 se solventó la controversia acordando el nombre de «Macedonia del Norte» entre Skopje y Atenas.  De todos modos no me ha dado nunca por imaginarme a los ejércitos macedonios marchando contra Grecia para tomar la Macedonia griega.

Solventada, por fin, la cuestión onomástica, parecía que los macedonios, uno de los países más pobres de los Balcanes, podían seguir a lo suyo, que básicamente era transitar con tranquilidad el camino hacia la membresía en la UE. Sin embargo, la cosa no iba a ser tan fácil: una vez consiguieron salir del lío tonto del nombre, viene la segunda función: el nombre del pueblo y el nombre del idioma. Bulgaria se siente atacada con que los macedonios se llamen a así mismos macedonios (porque, según su punto de vista, son parte de la etnia búlgara). En consecuencia, el idioma mayoritario del país no debe llamarse «macedonio». Para los búlgaros, es búlgaro y punto, hablado de una forma particular. Es verdad que puede parecerse al búlgaro lo mismo que el español al italiano pero por ejemplo en Skopje, hablan de una forma más próxima al serbio que al búlgaro, y utilizan muchas expresiones de dicho idioma. Uno puede comunicarse en serbocroata sin el menor problema. Es cierto que cerca de la frontera búlgara se parece más al búlgaro, pero de esas cosas tenemos también en España: en Cataluña se usa «merci» porque está cerca de Francia, y en Hispanoamérica se usa más «brasilero» que brasileño por lo mismo, la proximidad de Brasil.

En el fondo, tal y como en la entrada anterior, estamos ante otro claro caso de síndrome de grandeza frustrada de los que hablábamos en la entrada anterior. Bulgaria sí tuvo su grandeza y sus imperios: desde el Jan Asparuk (sigloVII) al zar Iván Asen II (s. XIII), pasando por el zar Simeón (ff. s.X – s. XI), con quien Bulgaria alcanzó su apogeo, y otros más, como Samuel (997-1014). El problema es que nació en Ohrid, (Hoy Macedonia del Norte) y los macedonios, en su derecho, también dicen que es suyo, lo que no gusta a los búlgaros, y así en un ciclo inacabable.

El problema no pasaría de tontería -qué importa cómo quieras llamar a tu país o al idioma- si no fuera porque Grecia, en su momento,  y ahora Bulgaria, tienen poder de veto sobre el ingreso de Macedonia en la Unión Europea. Un efecto de lo dicho es que Albania y SM eran tratados como un bloque compacto por la UE en el camino de la adhesión. Ahora, debido al problema con los búlgaros, Albania camina sola, unos pasos por delante, y Macedonia se queda atrás. En 2020, el primer ministro Spasovski, harto de otro nuevo revés, calificó de nula la credibilidad de la UE. que Donald Tusk, entonces presidente del Consejo Europeo (y hoy candidato a la presidencia de Polonia) pretendiera darles ánimos diciendo «no os rindáis» sonaba más bien a hacer leña del árbol caído.

El pequeño país no quiere problemas. Consiguió salir de puntillas de Yugoslavia en 1991-1993. Había serbios y albaneses como minorías étnicas y consiguieron  salir airosos, al revés de lo que sucedió en Bosnia-Herzegovina. Pero los problemas no hicieron sino comenzar. Con motivo de la Guerra de Kosovo (1998-1999), el país se vio inundado por miles de refugiados albanokosovares que huían de la represión serbia, lo que provocó una crisis humanitaria, ya que la entonces «Antigua República Yugoslava de Macedonia») no podía hacer frente a tal avalancha humana. Muchos refugiados volvieron en los años siguientes, otros se quedaron. De estos últimos, muchos formaron integraban las filas del UÇK (Ejército de Liberación de Kosovo). El caldo de cultivo del conflicto posterior estaba en plena ebullición. En 2001, estos remanentes del UÇK no desarmados (tal y como se les había exigido al finalizar el conflicto con Serbia), se levantaron contra el gobierno, provocando una verdadera guerra civil. El conflicto finalizó con el acuerdo de Ohrid (2001), que supuso más derechos para la población albanesa de Macedonia y una siembra de mayores tensiones étnicas.

Desde entonces, la arquitectura de la paz de este país parece siempre a punto de saltar por los aires.

Otros problemas aquejan al país como la corrupción de los gobernantes (uno de sus presidentes, Gruevski huyó a Hungría para eludir sus responsabilidades con la justicia, donde es protegido de Viktor Orbán), el mal funcionamiento de las instituciones y la dificultad para acceder a servicios básicos, educación o sanidad (donde se necesita un «enchufe» o un amigo para que todo fluya mejor), la sangría de mano de obra, sobre todo jóvenes, que emigra al exterior en busca de mejores oportunidades y una situación económica que no termina de mejorar.

Muchos macedonios tienen un problema de credibilidad también con el funcionamiento del país, de ahí que las cuestiones como el nombre del país o de su lengua no hacen sino colmar una situación casi límite.

Agravios comparativos

Volvemos a Granada, 2023. Los portugueses, ante tanta repentina responsabilidad por la integración de los WB6 y declaraciones altisonantes por parte de la UE en torno a los «nuevos ingresos», recuerdan que el camino hacia la adhesión tiene unos requisitos y que éstos deben cumplirse.

Y tienen razón. Entonces ¿qué pasa aquí? Pues simplemente que la UE metió la pata de varias maneras, todas las cuales compusieron una estampa nada desdeñable de agravio comparativo a aquellos que llevan décadas dejándose la piel en aquello que se ha dado en llamar «converger con los estándares comunitarios»:

  • Rumanía y Bulgaria, países con altísimos índices de crimen organizado, corrupción y otros males fueron beneficiados con el ingreso «condicionado» en la UE en 2007. No cumplen con infinidad de requisitos pero se les dejó entrar, aunque vigilados por un «Mecanismo de Supervisión»… pero las mafias, el crimen organizado y la corrupción siguen existiendo.
  • Croacia: pese a que sus fuerzas armadas y sus paramilitares bosniocroatas (de nuevo la grandeza pasada) no habían actuado en la guerra de forma exquisita. Por una parte, Franjo Tudjman, héroe croata pero en realidad un nacionalista sin escrúpulos, adoptó la bandera con el escudo en damero (los cuadritos en forma de mantel): por mucho existiera desde hace mucho (siglo XVI), estaba muy reciente su utilización por los  ustaše  croatas, dirigidos por uno de los criminales más masivos que dio el mundo: Ante Pavelić, el genocida de serbios y gitanos durante la II Guerra Mundial. En segundo lugar: los croatas lucharon contra los serbios, pero también contra los bosniomusulmanes, llevando también a cabo sus propias limpiezas étnicas. EE.UU. les obligó prácticamente a dejar de matar bosniomusulmanes y unirse con ellos. En tercer lugar: como Serbia, Croacia tenía obligación de colaborar con el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, buscando y entregando criminales de guerra, y no fueron lo diligentes que debieran. Entraron en la UE en 2013.
  • Ucrania: a los países de los WB6 debió sonarles a chiste cuando se afirmaba por activa y por pasiva, poco después del a invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, que había que idear un proceso de adhesión rápida, una quimera muy desafortunada porque ni era posible según el derecho comunitario ni sobre el terreno, pues en ámbitos como la lucha contra la corrupción o el estado de derecho, Serbia o Montenegro podrían hacerse pasar por modélicas si se les compara con Ucrania, que ni siquiera es candidato ¿No lo es?. Pues, sorpresa, sí que lo es, en tiempo record, en contraposición a la larguísima espera que tuvieron que atravesar los países de los WB6. Es verdad que en la práctica no significa nada y que a corto plazo es totalmente imposible que Ucrania, por su situación actual, y su deplorable situación en materia de cumplimiento de los criterios de Copenhague y cualquiera con los que se le compare destierra de inmediato cualquier ingreso, ni a corto ni a medio plazo.
  • El mencionado discurso de Michels: englobando a los países de los WB6 -que llevan décadas intentando converger con los estándares comunitarios- con otros como Ucrania, Bielorrusia, Azerbayán o Georgia, que no pasan de tener simples tratados de asociación con la UE, presentando su arquitectura relacional con la UE una distancia enorme con respecto a los WB6 que tienen desarrollado un programa estructurado de camino hacia la adhesión y «Tratados de Estabilización y Asociación», de mucha mayor enjundia que los de asociación.

Lenguajes enrevesados

Para resumir un poco, el lenguaje diplomático comunitario -como todo lenguaje diplomático-  puede llevar en muchas ocasiones a confusión si realmente no se entiende lo que realmente quiere decir. Del mismo modo que, si China realiza una visita a España, su titular de exteriores puede anunciar sin complejos lemas como «España y China, de los mejores amigos de la Historia», cuando en realidad lo dicho es «nos llevamos bien»  «no nos llevamos mal», cuando la UE proclama de próximos ingresos de los WB6, lo  qiere decir, es, simple y llanamente, que no se han olvidado de ellos.

 

Por Antonio Rando Casermeiro

Me llamo Antonio y nací en Santander en 1974, aunque soy, sobre todo, de Málaga. Soy licenciado en Derecho e Historia y doctor en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales por la universidad de Málaga y quisiera dedicarme a ello. Soy un apasionado desde pequeño del este de Europa, especialmente de los Balcanes y Yugoslavia. Me encantan las relaciones internacionales y concibo escribir sobre ellas como una especie de cuento. Soy apasionado de escribir también cuentos y otras cosillas. Desde 2013 resido en Colonia (Alemania)

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