créditos foto: Karolina Grabowska, Alex Fischer (Pixabay)

English summarised version here

El pugilato electoral: ultraconservadores ultranacionalistas  contra  conservadores

Esta semana nos despertábamos con la noticia de que  la cúpula del ejército polaco había dimitido a una semana de las elecciones, lo cual nos da un buen pie para hablar de Polonia, un país que se antoja ahora decisivo para el futuro de Europa. La coalición que rige Polonia debería cultivar, en principio, buenas relaciones con el ejército. Y esto es así porque Polonia se está convirtiendo -si no lo es ya- en una potencia militar -al menos, regional. El actual gobierno polaco se está rearmando desde la guerra de Ucrania y más aún desde el traslado de la milicia («no»)rusa Wagner a Bielorrusia.

Las elecciones de mañana al Sejm (parlamento) en Polonia son decisivas y van a determinar una forma de «hacer Europa» o, mejor dicho, de seguir deshaciéndola, si no cambian las cosas. Polonia comandó y comanda, junto con Hungría, el grupo de Visegrado o V4 (del que también forman parte la República Checa u Eslovaquia y es observador Serbia). Este foro es el más decididamente pro Putin (simpatizan con su su forma autoritaria de gestionar el país y aspiran a ello, con permiso de la «entrometida» UE). Por consiguiente, son críticos con la UE, en el sentido de que no les gusta que la Unión ande metiendo las narices cuando estos países  deterioran suestado de derecho o a la independencia judicial (aquí lo explico un poco).

Esta vez hay cierta esperanza de que el candidato de de la coalición Plataforma Cívica (KO), Donald Tusk, exprimer ministro de Polonia y también reciente presidente del Consejo Europeo (2014-2019) , pueda derrotar a la coalición gubernamental en Varsovia si consigue coaligarse (cosa que, en caso de que cuadren los números, hará) con la coalición de centro derecha Trzecia Droga (Tercera vía), partido agrario, proeuropeo) y Lewica (izquierda). para el bloque opositor, los comicios se presentan en clave de Europa o no Europa, hasta el punto de que es una seña de identidad de sus votantes la bandera de la UE)

La coalición de gobierno en Polonia: demasiadas leyes, justicias, libertades e independencias

El sector castrense  que introduce esta entrada debería estar, en teoría, agradecido por el «cariño» que le ha prodigado el gobierno ultraconservador-ultraderechista-nacionalista-populista (para este gobierno caben todos los -istas que se le quieran poner, prácticamente, y también todos los  ultra-). Está conformado por los partidos Ley y Justicia (PiS) y Konfederacja. Con respecto a este último, su nombre completo es Confederación por la Libertad y la Independencia, una denominación muy populista; es decir: vacía. Porque, a ver ¿quién no quiere libertad e independencia? Hasta donde yo sé, no existe ni existió partido alguno que se llamara «Confederación por la tiranía y la dependencia»- hay unionistas y prorrusos, entre otras muchas modalidades actuales y pretéritas pero, por supuesto, no se designan así-; por eso es populista, porque va al corazón, no a lo racional: yo te doy independencia y libertad; los otros, pues no . Tienes que elegir: ¿tiranía o ser una colonia de Rusia-UE-Alemania-OTAN/EE.UU? Pues libertad, claro, quién quiere no ser libre.

En cuanto a Ley y Justicia (PiS), más de lo mismo. La primera parte, «Ley», es un despropósito: los ejemplos son incontables pero destaca, al hilo de las elecciones- el no respeto del Estado de derecho o la llamada Ley (anti) Tusk, un subterfugio «legal»- con perdón de la palabra- para apartar a Donald Tusk de la carrera electoral: supuestamente, el político de Gdansk se abonó a la influencia rusa durante su mandato (2007-2014); es decir – y algo muy del gusto del nacionalismo: es un traidor.

El aliado de PiS es Konfederacja (una coalición de partidos ultraderechistas formada para concurrir a las elecciones al Parlamento Europeo en 2019. El PiS también rivaliza con este partido en radicalismo de ultraderecha. «Como sucede con los conservadores en otros países», se pensaba añadir. Sin embargo, PiS no es conservador:  es ultraconservador. Y la alternativa, Donald Tusk, es también conservadora (fue presidente del Partido Popular Europeo de 2019 a 2022). Nada que objetar: conduce una línea más «europea». Si es que con «conservadores europeos», salvo contadas excepciones, se puede hacer referencia a unos valores conservadores que se quedan justo en eso: valores conservadores, sin mezclarse con la ultraderecha, la última tendencia en Europa.

En cuanto a la izquierda, parece condenada  a la marginalidad en Polonia.  Wiosna (Primavera), la coalición progresista más representativa, es el escenario de un goteo constante  de malos resultados electorales y de dimisiones, pese a  que uno de los partidos que la integran es el histórico SLD (Alianza de la Izquierda Democrática), que dio varios primeros ministros consecutivos  al país durante toda la década de los 1990. Agua pasada.

El PiS, sus pautas de actuación

El PiS reúne una serie de características -sin mencionar los múltiples chanchullos y pelotazos corruptos que no parece que, hasta ahora, hayan desmotivado a sus electores. EN lo ideólgico, transitan una senda muy en línea con la ultraderecha de Trump o Bolsonaro, si bien más retrogrado en más de una cuestión, al menos son más explícitos. Vamos:

Conservadurismo social trufado de nacionalismo

Destaca en primer lugar el conservadurismo social: seguro que muchos de Uds. recuerdan la retronostalgia. Se trata de países -de opciones políticas, mejor dicho- que quieren bucear en una grandeza y acaban viéndola en supuestas tradiciones anticuadas que conformarían -en este caso- la esencia del ser polaco. El PiS defiende la familia tradicional, lo que implica padre, madre e hijos/as. En ese orden, además. Punto. Por supuesto, de LGTBI+ ni hablar. También son partidarios de la vida: ¿quién es partidario de la muerte, salvo algunos legionarios españoles? Ah, vale, que se refieren a ser contrarios al aborto. La homofobia del gobierno polaco es patente, con una(s) ley(es)educativa(s) que destierran de los planes educativos contenidos LGTBI+, la educación sexual y la diversidad (algo similar al pin parental de VOX). Con permiso de Rusia, Polonia es, probablemente, el peor país de la UE para el colectivo.

La religión es otro importante valor en dos esferas, la del conservadurismo y la del nacionalismo, pues el catolicismo es uno de los componentes esenciales del nacionalismo polaco. Siempre en el sentido excluyente, claro. En este sentido, la iglesia católica es un estrecho aliado del PiS, fundamental en las áreas rurales, donde el partido es fuerte.

Con respecto al papel de la mujer, su «pensamiento se refleja» en las confección de las listas electorales, donde hay la mitad de mujeres, por ejemplo,  que en la Plataforma Cívica (de Tusk) y peor colocadas en los puestos que llevan a la condición de diputado/a. Son contrarios al aborto y ello es muchas veces un problema para la salud de las mujeres, pues muchos médicos se niegan a practicarlo aun cuando la salud de la mujer esté en juego. Son, a su vez, autores de declaraciones que culpan de la baja natalidad en el país a que las mujeres beben demasiado alcohol, como sí los espermatozoides no estuviesen afectados por él. También albergan un gran «miedo» a que las niñas mayores de doce años de declaren lesbianas (culpa de la comunidad LGTBI+). No hablaremos mucho más del antifeminismo de PiS, pues, por desgracia es superado en este campo por Konfederacja, del que hablaré después.

El nacionalismo

Se comentaba antes, «independencia» en el sentido de ir contra los valores de la UE, que sería una potencia que pretende cercenar la identidad y soberanía polaca, y Rusia (eso ya viene de antes, siglos). Ello no quita que les guste la democracia soberana de Putin. Para qué ser oprimido si puedes oprimir tú mismo a alguien. Es un cajón de sastre para descalificar y excluir a la oposición. Si a lo dicho sumamos el control de los medios de comunicación, Tusk es algo parecido a un demonio o un anticristo, pese a que el candidato de la oposición no defienda precisamente las posiciones de la izquierda.

Llama la atención de que aquí, en Alemania, todos los polacos que conozco no están de acuerdo con el PiS. Me sorprende, sin embargo, que muchos  polacos de dentro de Polonia y en algunos nacidos aquí, polacos de nacimiento pero cuya lengua materna es el alemán, difundan por internet verdaderas bazofias revisionistas. Todo gira en torno a la exaltación de militares polacos de la II Guerra Mundial, los crímenes de soviéticos y, sobre todo. de los alemanes. La última guerra mundial sigue muy presente en muchas mentes en una versión decididamente revisionista propiciada por el gobierno polaco, que carga siempre contra Alemania cuando está cerca de las elecciones, aunque es una constante habitual. La cuestión da para mucho de sí y daría para un blog monotemático, pero sí puede decirse que, junto a la UE y Rusia, Alemania es una de las bestias negras, de los enemigos de Polonia que, cuando conviene, sale a la palestra para recaudar votos.

He conocido a algunos de estos polacos proclives  a adoptar las ideologías o estándares de comportamiento arriba explicados -por lo demás, gente normal- que se abonan fácilmente a teorías de la conspiración varias. Una de sus páginas predilectas -entre otras- es polona.pl., el siniestro portal ultranacionalista, revisionista y negacionista donde se habla de gestas de militares polacos, atrocidades de alemanes y rusos (nada de complicidad polaca en el holocausto, faltaría más) y, por supuesto, de «mafias judías«, muy en consonancia -si no es lo mismo- con las abundantes teorías de la conspiración sobre George Soros. Con perdón, puesto que la campaña de odio contra el magnate es algo en lo que Viktor Orbán es un campeón.

De igual modo, son recurrentes en este tipo de portales historias sobre buenos polacos que salvaron a judíos. Como sucede, por ejemplo, en los Balcanes, el pasado está aquí más vivo que nunca, y se usa para conducir al votante hacia el voto al PiS o Konfederacja. En los diversos perfiles de las redes sociales puede verse un bombardeo contante con historias de mártires de Katyn (matanza soviética de oficiales polacos) o a manos de los nazis. La historia no debe olvidarse, es cierto, pero tampoco ser usada como propaganda.

Asimismo, aunque en teoría apoyen a Ucrania, están contra la política europea de no cobrar aranceles al grano ucraniano (junto con Hungría), pues, como se ha dicho, el PiS es fuerte en el campo.Resulta sugerente el hecho de que, si bien Polonia es receptora de ucranianos que huyen de la guerra, y se volcaron mucho en el asunto hace un año,  están empezando a cobrar el albergue a los refugiados y a restablecer controles fronterizos (como los países el V4, entre los cuales Varsovia lidera esta medida).

Este nacionalismo se manifiesta también en los aludidos diversos negacionismos y revisionismos históricos. Las muestras son numerosas:  el papel de muchos polacos en el holocausto. Alemania y la URSS fueron los países invasores, qué duda cabe, pero la totalidad de los polacos no fueron tampoco unos santos antinazis. Sin embargo, todo de traza en blanco y negro: los polacos son buenos. Los nazis y los rusos, malos. No niegan el holocausto: sólo que ellos tuvieran algo que ver. Es cierto que muchos polacos se jugaron la piel protegiendo a los judíos, pero no es mentira que otros -bastantes-  no. La Ley del Instituto de la Memoria Nacional y la Ley de reforma del Instituto de la Memoria Nacional de 2007 penalizan a los historiadores e investigadores que indaguen sobre la complicidad polaca en el holocausto (hablar de «complicidad polaca» está prohibido por dicha legislación, por cierto). En la práctica es un ataque a la libertad de expresión y la investigación histórica. Dichas leyes tienen su origen en el Tribunal Constitucional de Polonia (TCP), que declaró inconstitucional aspectos del Instituto de la Memoria Nacional. El TCP está controlado por el gobierno, por cierto , lo que ha supuesto a Polonia un sinfín de advertencias y sanciones por parte de la UE en el campo de la independencia judicial. Y es que, según el punto de vista del gobierno polaco, todo representa una amenaza para la soberanía polaca…más si, de paso, acabas con la candidatura de la oposición que amenaza con echarte del poder. Aquí cabe todo. Es lo que veníamos comentando en las dos entradas anteriores (esta y esta): la (supuesta) grandeza  perdida: cada uno la gestiona como le parece y como puede.

El nacionalismo descrito alberga una importante corolario: la narrativa de las elecciones actuales se plantea en clave de referéndum: o soberanía e independencia, o  lo contrario. Naturalmente, según este discurso, sólo el PiS o Konfederacja estarían en condiciones de garantizar lo primero. Tusk (a quien Mateusz Morawiecki llama, sin asomo alguno de sutiliza Herr Tusk)es un traidor prorruso, antiguo jefe de los «colonizadores» de la UE quien, para más señas, habla fluidamente alemán: lo tiene todo.

(Neo)populismo: Se apela siempre a lo emocional, al corazón: potenciando las preocupaciones reales o bien creando otras nuevas que son convenientemente amplificadas por la propaganda gubernamental. El mencionado nacionalismo o el miedo a que Polonia pierda su soberanía (algo que, en virtud de la turbulenta historia de Polonia, sobre todo en el siglo XX, es fácil de alentar).

En cuanto a las políticas económicas, el partido ha mantenido políticas económicas intervencionistas, proteccionistas (algo también entroncado con el nacionalismo, como el asunto del grano ucraniano) y de bienestar aunque, como veremos, cargará sobre unos el bienestar de los otros para estigmatizar a un colectivo, incluyendo programas de apoyo a las familias  («tradicionales», por supuesto) con hijos y una intervención más activa del Estado en la economía, grabando por ejemplo a los bancos que no sean del estado, así como a otros actores sociales, para proteger, en teoría al pueblo polaco con prestaciones que no se tiene muy claro de dónde salen. El problema es que los bancos reaccionan subiendo las hipotecas. El discurso que gira en torno a los enemigos de Polonia, culpando a otros, ha generado también percepciones negativas sobre la capacidad de Polonia para hacer frente a las deudas internacionales y, por ende, su financiación se complica, sobre todo a tenor de las cifras de crecimiento tendentes al optimismo, por llamarlo de alguna forma, que facilita el gobierno y que no se corresponden con la realidad.

Relación tirante con la Unión Europea: El gobierno ha mantenido relaciones tensas con la Unión Europea en especial en lo que atañe al estado de derecho (la independencia  judicial es la gran afectada, como se ha dicho) y los valores democráticos. Ha habido disputas sobre reformas del sistema judicial polaco que han llevado a enfrentamientos directos con la UE. En realidad, forma parte del  ultranacionalismo y la subsiguiente mentalidad de asedio: la UE no exige que el gobierno polaco respete el Estado de derecho porque se esté atentando contra el mismo, sino que lo que verdaderamente persigue es sustraer la independencia a Polonia. Dentro de las múltiples líneas de oposición a la política comunitaria hay que hacer referencia a la oposición a la política de distribución de inmigrantes de la UE. En cualquier caso, no es exclusivo ni de PiS ni de Konfederacja rechazar la inmigración de los inmigrantes: también Donald Tusk, si bien de manera menos agresiva, participa de la crítica a la entrada de inmigrantes. Los polacos no tienen un partido que no esté en contra de la población a quien votar.

Apoyo a las Fuerzas Armadas / exacerbación de la amenaza a la seguridad nacional: el PiS ha mostrado un fuerte apoyo a las fuerzas armadas polacas y ha aumentado el gasto en defensa para fortalecer la seguridad nacional (otro asunto recurrente que apela a las preocupaciones de la población y que suele gustar mucho al ultramontanismo nacionalista), en especial desde la guerra en Ucrania. el inconveniente de lo dicho es que no va solo. La seguridad nacional está amenazada por gente de fuera…y no son sólo rusos. Ya lo tenemos: la inmigración como amenaza a la seguridad nacional, algo muy en boga en la ultraderecha europea y mundial. Sin embargo, paradojas de la vida, y asunto con el que se iniciaba este artículo, se han pasado de frenada. El intervencionismo del gobierno presenta dos vertientes en lo militar: la primera, dotar de más recursos a las fuerzas armadas; la segunda, actuar a sus espaldas o tenerlos de chico expiatorio para sus fracasos, acusándolos, si se da el caso -se ha dado- de negligencia y otras acusaciones y desautorizaciones, que son formuladas directamente por el ministerio de defensa, puenteando a las autoridades militares,  sin tener experiencia ni formación militar, algo humillante para los jefes del ejército. Se trata de una clara muestra de utilización de las fuerzas armadas para fines partidistas.

Las andanzas del gobierno polaco no son nuevas

Lo que lleva pasando en Polonia no es nuevo. Desde hace ocho años, el tiempo que lleva en el poder el PiS, las acciones del gobierno polaco han sido siempre controvertidas y dirigidas a erosionar la democracia. La mencionada independencia del poder judicial es uno de los elementos más atacados, pero ni mucho menos el único. El paso  lógico que viene a continuación pasa por el control de la prensa y la restricción de la libertad de expresión. Se asfixia a los medios (no afines, se entiende), gravando fuertemente su publicidad, de la que vive la mayoría. Para cerrar el círculo, otro clásico ya visto: dichos impuestos son para financiar servicios sociales. Si te opones, vas contra la sociedad. Muy sutil. Y lo dicho no sólo aplicable a los medios de comunicación -quizá lo más visible- sino a toda la sociedad civil que, tiene cada vez menos margen de actuación. La oposición ha quedado muy mermada después de ocho años de ataques y control gubernamental de los medios de comunicación. Cuando hablo de ataques, no es una forma de hablar, pues dentro de ello entra la violencia ejercida por los servicios secretos. Pautas en la línea de torpedear la labor de la oposición  es el mencionado poder judicial, poder del estado que, además de lo arriba expuesto, es de quien depende el comité electoral, el órgano, que valida las elecciones y cuyas reglas están diseñadas a la medida del PiS. Sí: a todos nos viene a la memoria a Trump llamando a Pence o a Georgia para que no dieran por buenos los resultados electorales. Dicho comité electoral se caracteriza, además, por una falta de transparencia absoluta. Así que el problema no es que no gane el PiS -que ganará parece que sí o sí, otro asunto es si obtendrá la mayoría suficiente para gobernar- es cómo se gestionará una eventual victoria de la Plataforma Cívica.

Lo explicado, en resumidas cuentas, se halla muy en la longitud de onda de Viktor Orbán en Hungría; también de Aleksandar Vučić en Serbia, un verdadero maestro del autoritarismo que no tiene que rendir cuentas a la UE porque no está en ella (aunque debería, porque tiene suscritos con la UE diversos acuerdos en ese sentido) o, por supuesto, el mentor Vladimir Putin ¿aspira Polonia a convertirse en una democracia híbrida, como Serbia?¿Hasta qué punto es el país una democracia plena? Atentos al próximo informe de, por ejemplo Freedom House, porque puede que Polonia esté cerca.

En fin, la deriva antidemocrática de Polonia preocupa ala UE en un momento crucial, en el que la guerra en Ucrania exige unanimidad de los 27 y la desproporcionada respuesta israelí al inaceptable ataque de Hamas hace una semana al país hebreo -por mucho que Israel sea el estado ocupante y agresor, no hay que olvidarlo. Europa tendrá que hilar fino en estos dos contenciosos. Hace pocos días, el Comisario para la Ampliación, húngaro, habló en nombre de la UE sin tener derecho a ello, sugiriendo que debían suspenderse los pagos a Palestina y revisar otros acuerdos, siendo contestado y rectificado por casi todos los países de la UE, incluida la Italia de la nada sospechosa de izquierdista Georgia Meloni. De nuevo, como en la guerra de Yugoslavia -conexión balcánica siempre presente- se ha dado el espectáculo de que unos países dicen una cosa y otros, lo contrario. Con todo,  aquí parece haber, más bien, una aventura ¿en solitario? de Hungría y Austria. Tiempo al tiempo: quien sabe si se trata de un globo sonda.

¿Hay algo aún más ultra que PiS? Sí: Konfederacja

Es el socio de gobierno del PiS, un partido xenófobo, anti LGTBI+.Machistas puede ser quizá amable para definirlos. Son antifeministas, cuando no abiertamente misóginos. Sus listas al Sejm no contienen apenas mujeres -consideradas inferiores al hombre- y, las que están, se encuentran alejadas de posiciones con posibilidad de escaño. Es comprensible, visto así, que entre sus filas proliferen acólitos que equiparan la mujer a una mascota o parte del inventario (como un caballo o un buey). Se les considera parte de la riqueza del hombre: no son compañeras. Janusz Korwin-Mikke, miembro conspicuo de la «Fundación Patriarcado» (con tal nombre está todo dicho), es uno de los mayores fabricantes de eructos de Konfederacja. Suelta tan ancho que, si por el fuera, las mujeres no votarían. Además, las mujeres son problemáticas, por lo que deberían cobrar menos en el trabajo (no dice que las mujeres no puedan trabajar, todo un avance en una mente tan estrecha). Por supuesto, son contrarios al aborto aun en casos de violación. Según este «pensador», muchas mujeres estarían a favor de los postulados de su partido, porque saben lo que les interesa y quieren ser tratadas como mujeres (se entiende «de toda la vida» ), por lo que el feminismo está acabado.

Aseguran no estar interesados en política: sólo propugnan el libre mercado sin que intervenga el estado y los consecuentes impuestos bajos (algo que es toda una declaración política en sí mismo en la órbita liberal). De hecho, se definen como liberales. Su manifiesto se titula «Del lado de Polonia» o  «A favor de Polonia». Volvemos a lo de antes: nadie va a las elecciones presentando el lema «contra Polonia» o «que se fastidien los polacos».

Por si no fuera poco la lista de horrores enunciada, existe dentro del partido una fuerte corriente antisemita , que acusa a los judíos de conspiraciones que parecen directamente sacadas de los Protocolos de los Sabios de Sion, «obra» que deben haber leído con fruición.

Konfederacja se nutre del hartazgo de muchos polacos a causa del incremento del coste de la vida debido a la inflación, la llegada de más y más inmigrantes ucranianos (por mucho que se mostraran en un principio favorables a su acogida) y que la guerra en Ucrania vaya a más, de ahí su apoyo -el regalo envenenado- a las fuerzas armadas polacas para convertir a Polonia en una potencia militar. Gran parte de los agricultores está también descontento con la política de aranceles cero para el cereal ucraniano, aunque en ello compiten con el PiS.

Con respecto a Ucrania, despliegan un argumento bastante curioso: Polonia ayuda a Ucrania, sí, pero no es gratis; a cambio, Ucrania tendrá que garantizar trato preferente a las empresas polacas en la futura reconstrucción de Polonia: hoy por ti, mañana por mí. En cualquier caso, Polonia no paga todos los gastos que originan los refugiados, porque la UE abona en concepto de reembolso gran parte de ese dinero. Es igual: el anzuelo ya está arrojado. Y, en segundo lugar, Konfederacja no es el PiS, más comprensivo con los ucranianos. Así, en el partido ultra existe un sector pro-Putin con actitudes de desinformación, de negacionismo y de conspiracionismo,   haciendo suyas una serie de retahílas ya conocidas que versan sobre la OTAN como culpable de la invasión rusa de Ucrania o, incluso, la teoría del Kremlin que asegura que las matanzas de Bucha son, bien un montaje, bien obra de ucranianos haciéndose pasar por rusos.

Asimismo, son de la opinión de una Polonia cercada por los más variados enemigos, compartiendo los postulados del PiS, pero arremetiendo en especial contra el imperialismo estadounidense que subyace a la OTAN, que pretendería, del mismo modo, la disminución de la soberanía polaca o incluso su vasallaje a Washington.

En suma, en estas elecciones se ventila la profundización en el autoritarismo o el restablecimiento de  la democracia, detener la deriva hacia el autoritarismo y adecuarlo a los estándares democráticos europeos. De las elecciones de este domingo depende parte de la desactivación del Grupo de Visegrado. Si vuelven a ganar los conservadores, contarían siempre con la Hungría de Orbán y, al menos, con el socialdemócrata populista prorruso Robert Fico, flamanete vencedor en las elecciones en Eslovaquia este mes.

Como no: la conexión balcánica

Se acuerdan del ¿cansancio de la ampliación?  aquí lo explico un poco. Todo esto tiene que ver, y mucho, con la integración de Serbia en la UE. Polonia decepcionó a la UE: en un principio, eran unos buenos chicos que deseaban pasar página y mas democracia, colaboradores y dispuestos a cumplir los requisitos que establecía la CEE-UE (de hecho el v4 nació un poco con dicho propósito), aunque no hay más que ver en qué quedó todo ello. Con todos los matices y sus culpas, que las hay, los comunitarios pueden preguntarse «¿cómo vamos a admitir a una Serbia que desde el principio no se molesta ni en quedar bien, siguiendo la política rusa en muchos aspectos y yendo por libre contra las directrices exteriores comunitarias? ¿qué hacer con una Bosnia-Herzgovina cuyo líder, Dodik, es aún más radical que   Aleksandar Vučić? Es cierto que los balcánicos puedan estar un poco hastiados de promesas que no llegan y de lacerantes agravios comparativos, pero el miedo de la UE es lógico. Si es difícil gestionar estos díscolos miembros…¿por qué ponerlo todavía más difícil? Y no son miembros cualesquiera.

En un contexto de guerra en Ucrania, desinformación rusa, destrucción de Gaza, amenaza de vuelta del trumpismo a EE.UU. y potencia china, la UE necesita algún tipo de incentivo para intentar seguir saliendo a flote. Las elecciones al Sejm polaco no van a suponer la desaparición de la UE -de momento- pero sí pueden suponer más problemas para una UE que trata de ser alguien en el el llamado siglo de Asia. Los puentes entre la UE y Polonia pueden seguir deteriorándose hasta ser intransitables o, por el contrario, permitir un paso siempre cauteloso.

Aquí, actualización

 

Por Antonio Rando Casermeiro

Me llamo Antonio y nací en Santander en 1974, aunque soy, sobre todo, de Málaga. Soy licenciado en Derecho e Historia y doctor en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales por la universidad de Málaga y quisiera dedicarme a ello. Soy un apasionado desde pequeño del este de Europa, especialmente de los Balcanes y Yugoslavia. Me encantan las relaciones internacionales y concibo escribir sobre ellas como una especie de cuento. Soy apasionado de escribir también cuentos y otras cosillas. Desde 2013 resido en Colonia (Alemania)

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