La noche de los tiempos de los pueblos eslavos de los Balcanes
Del mismo modo que resulta siempre un ejercicio peligroso de simplificación hablar de un pueblo cuando no lo era o, mejor dicho, cuando lo era en otra medida o estaba en proceso de formación, vamos a intentar esbozar aquí unas trazas generales del contexto de la aparición de los serbios en la historia. Con todo, cuando hablamos de historia, nos centramos sobre todo en las primeras fuentes escritas e historiográficas. El Imperio Bizantino – que, en realidad, no dejó de ser nunca el viejo Imperio Romano- atesoraba una tradición historiográfica de siglos. Por dicha razón quedó mejor documentada su andadura que otros escenarios y otros pueblos.
La distinción o individualización de un pueblo es siempre problemática. Muchos de los pueblos y nacionalidades actuales se formaron a la vez, sin estar en un principio muy claro si -en el caso que nos ocupa- se trata de serbios, bosnios, croatas, o algo que es las tres cosas y ninguna. Lo estamos viendo actualmente con Rusia y Ucrania: rusos y ucranianos -amén de otros pueblos- se formaron juntos, muchas veces no es fácil considerarlos separados sino un tronco común que no es ni serbio ni ruso.
Un ejemplo: la misma palabra «rus», que acabaría designando a los rusos, es de origen incierto, pero una de las teorías incide en que fue uno de los nombres que les pusieron los comerciantes nórdicos a las tribus eslavas que habitaban solar en torno a los alrededores de los ríos Volga, Dniéper y Dvina del Norte. Según la Crónica de Néstor, el líder vikingo Rurik fue invitado por los eslavos orientales para gobernar sobre ellos, estableciendo así el estado de la Rus de Kiev. Es posible que Rurik y su grupo de comerciantes-soldados nórdicos -no nos gusta utilizar «vikingo» porque puede inducir a confusión- hayan utilizado el término «Rus» para referirse a sí mismos.
Croatas, serbios y bosnios: un tronco común
Todo este maremagnun de fuentes y la alta probabilidad de que fueran redactadas siempre bajo un determinado prisma – la objetividad no era un valor al alza entonces, constituye a que este material sea excelente para la manipulación del/en el presente. Podemos ver como serbios y croatas suelen tener tendencia a «adjudicarse» los distintos reinos y estados que ocuparon el solar bosnio -ignorando fases de desarrollo de tal pueblo como los reinados de Ban Kulin (s. XII) 0 Tvrtko I (s. XIV), entre otros. En estos casos, lo fácil es decir que son serbios o croatas. Como Rusia con los ucranianos.
Durante la Antigüedad las fuentes historiográficas ligan a serbios y croatas como una única unidad étnica. Sus orígenes, en cualquier caso, no son cuestión pacífica en la Historiografía. Parece ser que los primeros historiadores que mencionan a los dos pueblos son el romano Plinio El Viejo (s. I d.C.) y el geógrafo griego Ptolomeo (s. II d. C.), aunque es bastante factible que se hayan basado en otras fuentes más antiguas que no nos han llegado.
Ambos hablan, respectivamente de serbi y serboi como un pueblo establecido entre el Mar de Azov y el Caúcaso, y de raíz estepárica-irania o sármata .
No se aborda el proceso de migración de estos pueblos , pero parece que el contacto entre ambos se daría al llegar, dejando atrás la estepa póntica, en una ubicación entre el alto Dniéster y los Cárpatos. Serbios y croatas se imponen a los eslavos, si bien a la postre se acaban eslavizando en lo cultural y en lo lingüístico. Durante los siglos IV y IV, croatas y serbios avanzan hacia el Oeste empujados por los ávaros, formando dos entidades estatales o protoestatales: la Serbia Blanca (entre los ríos Elba y Óder) y la Croacia Blanca (entre este último río y el Vístula) . Es a partir de aquí cuando se puede decir que entran en la Historia (la escrita, al menos, en el terreno de las fuentes historiográficas).
El desarrollo político de los serbios estará durante la Edad Media indisolublemente unido al del Imperio bizantino. Durante siglos, Serbia aprovechará sus épocas de debilidad para ampliar su territorio. Son también las fuentes historiográficas o políticas bizantinas los mejores testimonios para la época. Destaca en este ámbito “De Ceremoniis Aulae Byzantinae ,” del emperador bizantino Constantino VII Porfirogénito (siglo X) Dicho texto cita, de nuevo juntos, a serbans y krevatas. Dichos apelativos corroboran la raíz estepárico-irania de ambos grupos étnicos, orientales en cualquier caso y que pudieron también verse permeados de elementos culturales de los godos y de los griegos, a decir por el ámbito geográfico en que se desenvuelven .Quizá la más importante fuente que los trata por primera vez, de forma individualizada, es De Administrando Imperio (en adelante, DAI) Siguiendo la mencionada obra, eslavos y ávaros ya aparecen ocupando la mayor parte de los Balcanes sobre 620, reduciendo la población autóctona romano-bizantina a algunos enclaves costeros.
Los serbios, un pueblo que va individualizándose
A partir de ahora nos centraremos más específicamente en los serbios, los cuales empiezan a aparecen con más frecuencia separados de los croatas; y haremos mención a éstos cuando sea difícil delimitar a uno y otro o cuando no aparezca claro. En la Alta Edad Media los serbios, sin perder la conexión con los croatas, van confirmando su asentamiento en la provincia de Dalmacia, donde el emperador bizantino Heraclio (575-641) les otorga «graciosamente» el territorio donde se establecen . En este marco de alianza con Bizancio y en premio a sus servicios, los croatas se establecen en el noroeste y los serbios, en el sureste. Era un recurso muy bizantino lo de «conceder» territorio, si bien es una forma de reconocer la impotencia para controlar el territorio. Mejor decir que «se otorga» a que se pierde. Presenta la ventaja de que se puede seguir manteniendo cierto control del territorio, atrayendo a dichos pueblos a la órbita bizantina mediante herramientas de política exterior -en las que Bizancio fue siempre maestra- como la concesión de títulos y ceremonias diversas con las que la vieja y sofisticada Constantinopla podía embaucar/mantener influencia sobre unos pueblos más bien bárbaros – desde la perspectiva de la civilizada Roma.
Cabe por entonces hablar más de serbios que de Serbia. Durante la Edad Media, no puede hablarse de un único estado unificado hasta el siglo XII, sino de estados serbios. Dichas formaciones fueron Rascia, Zeta, Dioclea (o Duklja), Zahumlia, Pagania (a medio camino entre lo serbio y lo croata), y Travunia . En este estudio vamos a abordar principalmente el devenir histórico y relaciones exteriores de Rascia y Zeta, los estados más importantes, especialmente el primero, pues cuando Serbia aparece como Estado, es el sucesor del Županato de Rascia. Bizancio aparece siempre presente; durante el siglo IX, merced a la labor evangelizadora (ortodoxa) de Cirilo y Metodio, ejerce una potente influencia en todo el ámbito balcánico .
Bulgaria, potencia regional
Otro vecino importante en la formación de Serbia es Bulgaria potencia regional. Por entonces discute la hegemonía de la zona a Bizancio en la guerra de 924-927. En el conflicto, serbios y croatas aparecen como aliados de uno u otro contendiente, jugando un papel secundario . El resultado para Serbia de esta guerra es la sumisión a la poderosa Bulgaria del zar Simeón I (893-897) , cuyo territorio llega a los confines de Croacia, aunque al morir el zar búlgaro (927), se produce un acercamiento a Bizancio. Los príncipes Coslav de Rascia (927-949) y Miguel de Zahumlia (r. 913-926), reconocen su soberanía durante cierto tiempo. Bulgaria también sucumbe a la órbita cultural bizantina, hegemónica en la región. Es por entonces cuando surge en el seno de un ya decadente Imperio búlgaro una doctrina cristiana que tiene mucho de protesta contra el estado de las cosas y que dejará huella en la impronta cultural de los países balcánicos: el bogomilismo: algo muy balcánico. Dicha corriente floreció sobre todo en Bulgaria y Macedonia, pero salta pronto a países vecinos como Serbia y en especial Bosnia, Italia y el sur de Francia y norte de Cataluña, dando paso a un bogomilismo del lugar: la llamada herejía cátara. La represión de dicha herejía sirvió como excusa al noble francés Simón de Montfort para predicar la «Cruzada Albigense» contra los cátaros del Languedoc, en especial contra Montpellier, donde los cátaros se refugiaron, debido a la tolerancia religiosa de la ciudad. El resultado es que el Montfort los venció y se anexionó el territorio. Las interconexiones de la histria son increíbles: si Montpellier no es catalana hoy en día es a causa del bogomilismo balcánico. En cualquier caso, es de creer que, si no hubiera sido el bogomilismo, cualquier otra excusa hubiera podido ser buena.
Volviendo a serbios y búlgaros, se asiste durante el reinado del emperador bizantino Basilio II (976-1025) a un levantamiento en la Macedonia búlgara contra Bizancio que hace retroceder el Imperio de los Balcanes y certifica la ascensión del zar Samuel de Bulgaria (997-1014), cuyos territorios abarcaban del Adriático al Mar Negro, incluyendo las serbias Rascia y Dioclea. No obstante, tras solucionar no pocos problemas internos, Basilio II pudo por fin derrotar a los búlgaros, asegurándose, con una ágil diplomacia, la adhesión de Croacia y Dioclea . Tras encadenar Bizancio diversas victorias sobre Samuel durante diez años sobreviene la debacle definitiva de los búlgaros en 1014. Ello supuso la hegemonía ya incontestada de Bizancio en los Balcanes por primera vez en siglos. Las ciudades del Adriático, junto a Dioclea, Trebinia, Zahumlia, Rascia y Bosnia volvían a ser bizantinas. Insistimos: los serbios siguen jugando un papel nulo en la geopolítica de la región.
La separación religioso cultural de serbios y croatas: la ruptura de Roma y Constantinopla
Sin embargo, todo cambia con los sucesores de Basilio y sobreviene una época acomodaticia con emperadores holgazanes en cuyas cortes campan a sus anchas las intrigas. La debilidad bizantina y la insensatez de su política fiscal es tal que tiene lugar un levantamiento general en todo el ámbito balcánico. La consistencia del levantamiento era nula por la falta de unidad de los alzados , siendo la revuelta sofocada sin problemas por el eficiente ejército imperial. En esta coyuntura se producirá un hecho clave que marcará el devenir histórico balcánico: la definitiva ruptura entre las Iglesias de Roma y Constantinopla. Es entonces cuando Croacia-Eslavonia queda separada en lo religioso de los Balcanes del sur y los actuales serbios y croatas van a tomar caminos separados.
En cuanto a los serbios, éstos comienzan tímidamente a despuntar: el príncipe Vojislav (también conocido como Dragoslav) de Zeta (1031-1050), consigue vencer en 1042 a un ejército bizantino con tropas compuestas, a su vez, por vasallos de Rascia, Bosnia y Zahumlia. El gobernante consigue consumar la independencia de su estado. Su sucesor, Miguel (r. 1050/2-1081), se hace coronar rey por el Papa de Roma en 1077 , una afrenta a una Bizancio, sumergida en un ambiente de frecuentes incursiones de pechenegos y húngaros y de conflictos intestinos. Estas guerras -bizantino-normanda (1081-1085) y con los pechenegos (1085-1091)- fueron sendos episodios que aprovechan los serbios para lograr ganancias territoriales. Por su parte, el rey Constantino Bodin de Zeta (r. 1081-1101), se hace con el dominio de Rascia y de Bosnia. La muerte de Constantino, sin embargo, fue aprovechada hábilmente por la diplomacia bizantina, que se aplicó en fomentar la rivalidad entre Zeta y Rascia, colocando a un monarca probizantino en la primera, que era a su vez espoleado contra la segunda. No duró mucho tan provechosa situación para el Imperio: poco después Vukan, el Župan de Rascia (r. 1083-1114) que había gozado de cierta independencia tanto de Bulgaria como de Bizancio, se permitía el lujo de hostigar con constantes razias las regiones fronterizas bizantinas. Para los serbios es un momento clave en la su configuración histórica, pues es en este período cuando el centro empieza a centrarse en Rascia. Bizancio pudo rehacerse y Vukan tiene que jurar sumisión al Imperio (1094), si bien de manera más de iure que de facto. La I cruzada dio a Bizancio complicaciones en sus dominios, pero también cierto respiro, recuperando terreno en Asia Menor. No obstante, el Imperio tenía otro problema: los húngaros, emergente poder en la zona y principal valedora de Roma. Entre los magiares y Constantinopla se ventila nada menos que la hegemonía en los Balcanes y, como venía siendo habitual, ni Rascia, ni Zeta, por mucho que habían progresado, ni los demás estados serbios pasaron de ser convidados de piedra.
Acabadas las guerras con los pechenegos el emperador bizantino Juan II (r. 118-1142) somete al Župan Uroš I de Rascia (1112-1145), que tiene que reconocer la soberanía de Bizancio , aunque algo había cambiado: los serbios no están totalmente solos, pues tienen a Hungría -que ya ocupa Croacia desde el siglo X- como socia . Con los magiares establece Rascia diplomacia matrimonial.
El ascenso de Serbia: bizantinos, normandos, germanos
En la zona balcánica tiene lugar la irrupción de otro nuevo actor: los normandos de Roger II (r. 1130-1154) quienes complicarán el control bizantino . Para Rascia es el momento: en el contexto de una guerra entre Constantinopla y Hungría, Uroš II (1145-1161) se levanta en 1149, mientras Roger II consigue la predicación de la III Cruzada y formar un frente antibizantino , que, no obstante, no cosecha el éxito deseado. Por entonces fallece el Kaiser Conrado II (1027-1039) y Federico I Barbarossa (1155-1190) es su sucesor. Choca con Bizancio, lo que cambiará las condiciones geopolíticas de la zona . Es en este ambiente donde se fija el comienzo del ascenso de Serbia (todavía Rascia bizantina) y se sientan las bases de su prosperidad posterior y la formación de su sentir nacional. De este período datan dos importantes gobernantes en el camino de la construcción del país serbio: Stefan Nemanja (r. 1166-1196) y su hijo, el mítico Stefan Nemanjič (r. 1196 –rey desde 1217- 1228). El primero es bautizado católico por ser Zeta parte de esa jurisdicción. No obstante, su familia vuelve a Rascia, donde es rebautizado ortodoxo . Tras no pocos conflictos con la nobleza serbia logra ser nombrado Gran Župan de Rascia (1168). Stefan se levanta contra Bizancio en dos ocasiones aunque es derrotado, aceptando ser vasallo bizantino, lo que le granjeará no pocas críticas por sus adversarios. Sin embargo, aprovecha esta situación de sumisión y solicita la ayuda de Constantinopla para derrotar a sus hermanos, cosa que logra. Ello no gusta nada a Bizancio, que recela del poder acumulado por el Gran Župan, y se lanza a una guerra con los hermanos de Stefan como aliados, a través de Macedonia. Son vencidos y tienen que reconocer a Stefan como Gran Župan y soberano. Éste les permite gobernar sus territorios y se muestra generoso con ellos. Terminada la guerra con Hungría, el soberano bizantino Manuel I (r. 1143-1180) pone por fin orden en los Balcanes y derrota a los serbios. Nemanja será fiel a Bizancio el resto de la vida de Manuel, si bien queda fuertemente consolidado en Rascia. Pasa al imaginario serbio como el fundador de la dinastía Nemanjič, protector del estado y luchador contra la herejía (fue después canonizado) .
La consolidación serbia: independencia religiosa y alianzas internacionales
Su hijo Stefan II Nemanjič le sucede como Gran Župan de Rascia y ostentará el título de rey desde 1217, por lo que pasará a la historia como el primer rey de Serbia, de ahí el atributo con el que pasará a la historia: el Primer Coronado (Prvovenčani, en serbio), padre del primer estado serbio unificado . Consigue incorporar a su reino la Zeta de su hermano Vukan. Otro de sus hermanos es Rastko Nemanjič, futuro San Sava. Adopta el título de Gran Župan al retirarse su padre como monje a un monasterio. Hábil diplomático y hombre de Estado, dio un gran paso de cara a la subjetividad internacional de Serbia. Así, consiguió del Papa Honorio III el título de rey. También logró ser nombrado primer arzobispo independiente (autocéfalo) por el Patriarca Ecuménico de Constantinopla/Nicea, Manuel I Charitopoulos (gracias los auspicios de Ratsko), y con el apoyo del Emperador Teodoro I Láscaris. Este nombramiento le permitió convertirse en rey ortodoxo de Serbia con el nombre de Stefan y ostentar el derecho de nombrar él mismo a los obispos de Serbia. También trabajó el frente de las alianzas matrimoniales con Bizancio, y el Estado cruzado de Tesalia, casándose con Eudocia Angelina, hija del Emperador bizantino Alejo III Ángel y con Ana Dándolo, hija del Dogo veneciano.
Apuntaló Serbia como Estado independiente y potencia regional, y lo preparó e hizo posible para el Imperio que fundó en el siglo XIV Esteban Uroš IV Dušan. Es la primera vez que Serbia tiene algo que decir en el contexto balcánico por sí misma. El Prvovenčani se retiró a un monasterio serbio del Monte Athos, Hilandar, en 1227, donde falleció un año más tarde .
La Cuarta Cruzada (1202-1204) supuso un remate a la debilidad bizantina que se venía ya gestando desde el siglo anterior y un retroceso y pérdida de poder en la zona Balcánica. Bulgaria, desde el jan Kaloján (1197-1207), primero en intitularse como “zar”, rige el poderoso Segundo Imperio Búlgaro. Los reinados de Boril (1207-1218) e Ivan Asen II (1218-1241), serán los grandes beneficiarios territoriales. Serbia se alía con la Nicea de Teodoro I Láscaris (1205-1222), que había solucionado sus problemas en Asia Menor, y consigue recuperar el terreno perdido a Bulgaria. Con la posición de poder de Nicea, que había derrotado a búlgaros y epirotas, Serbia permanecía a la expectativa. Nadie estaba en condiciones de discutir nada al nuevo Bizancio. Sin embargo, la ocasión se presenta con Miguel VIII en el trono bizantino. Dos soberanos son rivales de Bizancio: el reino de Nápoles-Sicilia con los reyes Manfredo Hohenstaufen y Carlos de Anjou después. Miguel VIII de Bizancio , se alía con el rey serbio Stefan I Uroš (1243-1276) contra Bulgaria. Serbia puede permitirse, con la inestimable ayuda de la buena marcha de la economía en sus dominios, influir sobre otros estados de los Balcanes. Así, obtiene los vasallajes de Ragusa (hoy Dubrovnik), y de Zahumlia. Con prudencia, guerreó contra Hungría y otras potencias, a la vez que supo pedir la paz a tiempo sin arriesgar demasiado.
Entre tanto afianza Bizancio su posición internacional con la Unión de las Iglesias en el Concilio de Lyon (1274), si bien el precio fue enemistarse con los estados ortodoxos de la zona, quienes nunca perdonaron la traición griega. De este modo, forma con Carlos de Anjou un amplio frente contra Bizancio, que tiene como resultado que el rey Esteban Uroš II Milutín Nemanjić conquiste Skopje, hasta entonces griega . Serbia continúa incorporando territorios, ya con el siguiente rey Stefan Uroš Dragutín (r. 1276-1282): enclaves en el noreste de Bosnia, además de las regiones de Sirmia y Moesia y la ciudad de Belgrado, que pasa por primera vez a formar parte de Serbia. Stefan Uroš II conquista para Serbia la ciudad de Niš, así como el sur de Macedonia. Este monarca es sucedido por Stefan Uroš III Dečanski (r. 1321-1331), quien se acercó a Bizancio, ya convertida en “potencia de segundo orden”. Prueba del ascendente del reino serbio es que los diversos opositores en las guerras civiles de Bizancio le solicitan ahora ayuda. El Dečanski continúa uniendo partes de Macedonia a su reino. Su fortaleza es tal, que une contra sí a Bizancio y Bulgaria. La última es derrotada con contundencia en 1330 en Velbuž (hoy Kustendil); el basilieos Andrónico III, vista la magnitud de la victoria serbia, decide no intervenir y evacua el territorio serbio. Bulgaria no volvería a ser una amenaza nunca más.
El punto álgido: el imperio de Stefan Uroš IV
Pero sin duda el rey serbio más legendario y querido es Stefan Uroš IV Dušan Nemanjić Silni (el poderoso) (1331-1346), más conocido como Stefan Dušan a secas. En el imaginario serbio y particularmente a finales del siglo XIX y principios del XX será el referente de los nacionalistas serbios, y con razón, pues logró forjar un gran imperio, y se autoproclamó “Emperador de serbios, griegos, búlgaros y albaneses” en 1345. Serbia nunca llegó tan lejos. El país se anexiona, a costa de Bizancio, importantísimas ciudades como Ohrida, Prilep, Strumica, Kastoria y Bodena , además de la mayor parte de Albania. Este soberano no sólo destacó por sus conquistas territoriales, sino que además fue autor de la Dušanov Zakonik, o Código de Dušan (1349), que dio una base jurídica al nuevo Imperio; un Imperio que pretendía, por su objetivo de tomar el relevo de Bizancio, ser imagen y semejanza de éste. Quería heredar su prestigio y legitimidad internacionales, aunque en muchos aspectos estaba muy lejos del imperio griego.
La desintegración del imperio serbio y la conquista otomana
Este fue el canto de cisne del joven Imperio serbio. A la muerte de Stefan Dušan en 1355, su débil y joven sucesor, Stefan Uroš V (1355-1371) asistió impotente a la desintegración del gran imperio construido por su padre amén de pasar a la historia como el que facilitó la entrada de los turcos en Europa: Bizancio ya no podía contar con nadie en la zona para hacerles frente . Otro golpe a la legitimidad serbia fue la excomunión del patriarcado serbio por parte de las nuevas autoridades constantinopolitanas. Es el principio del fin: la irrupción de los turcos en los Balcanes tras la conquista de Gallipoli (1354) por el sultán Solimán y la posterior conquista de Tracia certificó la adquisición paulatina por los turcos de todos los estados eslavos de la península balcánica. El más poderoso de la era post-Dušan era el rey Vukašin Mrnjavčević de Macedonia (1365-1371) quien, junto a su hermano Jovan Uglješa, que regía un pequeño enclave con capital en Serres, se enfrentan a los turcos en la decisiva batalla de Maritza (1371), donde son derrotados. Macedonia se somete a la soberanía del Sultán. Bulgaria le siguió poco después.
Con todo, de entre los eslavos balcánicos, son los serbios quienes más resisten a los turcos. El más capaz y carismático era el príncipe Lazar Hrebeljanović de Rascia (r. 1373-1389), que sería invocado 600 años después y contribbuiría, sin quererlo, al estallido violento de la disolución de Yugoslavia. Articuló los territorios otrora integrantes del Imperio de Dušan y se acerca a Bizancio y al rey Tvrko de Bosnia (r. 1367-1377), creador de otro gran reino al avanzar sobre Croacia y Eslavonia. Mientras tanto, la progresión otomana es imparable y van cayendo sucesivamente Serres, Sofía, Niš, Tesalónica, parte de Bulgaria; sin embargo, son derrotados en Bosnia.
Poco después de estos hechos, en 1389, tiene lugar la mítica batalla de Kosovo Polje repleta de simbolismo y mitología para los serbios. Al principio marcha bien para éstos, dándose un hecho también recurrente en el patriotismo serbio desde el siglo XIX: un caballero de Zeta, Miloš Obilić, que acude a la llamada de Lazar, entra en la tienda del Sultán Murad I y lo asesina. Pero sobreviene la catástrofe al ser derrotados Tvrko y Lazar. Él y su corte son ejecutados. Gran parte de las posibilidades de parar a los turcos terminaban aquí. Quizá la única esperanza balcánica era Hungría: su famoso vojvoda de Transilvania Juan Corvino-Hunyadi vence a los turcos en numerosas ocasiones. El papa, animado, convoca una cruzada; así, parte de Hungría un ejército multinacional al mando del rey Vladislav Jagellón de Polonia y Hungría (1434/1440-1444). Integraban la coalición el mencionado Hunyadi y el déspota serbio expulsado por los turcos Jorge Branković (r. 1427-1456). Hunyadi consigue dos grandes victorias contra los turcos en Niš (1443) y en los pasos de Kunovitza (1444), llegando hasta Bulgaria. Los albaneses, al mando de Skanderbeg (1405-1468), héroe y fundamento del nacionalismo albanés posterior, resiste a los turcos 25 años. Algunos reyes griegos de la zona conservaron la iniciativa y toman Atenas y Tebas. El Sultán Murad II (r. 1421-1444 y 1446-1451), asustado, firma un tratado con los contendientes, que certifica un retroceso claro de los otomanos en los Balcanes. Jorge Branković es repuesto en su reino. Ese mismo año los venecianos, que quieren expulsar a los turcos de Europa, forman una nueva coalición con Hunyadi en la que Jorge Branković no participa por miedo a perder lo logrado y sufrir las represalias de los turcos. Sin embargo, el ejército cristiano es aniquilado por los turcos en la batalla de Varna (1444). Dos años más tarde se termina con la resistencia griega en el Peloponeso . La península balcánica va cayendo inexorablemente en poder turco. Hunyadi, quien en otro tiempo venció a los turcos, no puede hacer nada en la segunda Kosovo (1448), donde cae. Constantinopla será tomada por Mehmet II en 1453. A partir de entonces sería sólo cuestión de tiempo: Atenas (1456), el despotado serbio y Bosnia (1459), Morea, dominio griego (1460), así como el minúsculo imperio de Trebisonda, que es conquistado en 1461. Sesenta años más tarde, ya sin que nadie les hiciera sombra desde hacía décadas y tras resolver problemas orientales, Solimán el Magnífico tomaría Belgrado (1521) .
Esta entrada proviene de descartes de mi tesis, cuyo contenido está de momento embargado, mientras se supone que escribo el libro (si algún día sale publicado, con gusto os podré el enlace)