Un poco de Historia: el auge de China
La visita que ha realizado el líder chino, Xi Jinping, a Putin muestra, por primera vez, algo que le quedaba a China por hacer para completar lo que toda potencia global lleva a cabo: influir en las decisiones que se toman en el mundo. Ya hemos visto que China siempre va poco a poco, pero sobre seguro. Vamos a fijar el punto de partida en la China, digamos comunista (1949); por ello se tendrá en cuenta que, por ejemplo a principios del siglo XIX, e incluso a finales de dicha centuria, la participación de China en la economía mundial era muchísimo más de lo que podrá soñar nunca Xi Jinping en la actualidad. Eso sí, un año después de la revolución maoísta, tras medio siglo de convulsiones, había descendido a niveles deplorables.
El país vivía de espaldas a la sociedad internacional, absorto en sus problemas internos (económicos e ideológicos) que no permitían avance alguno. No es menos cierto que China era uno de los cinco países que tenían un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero su insignificancia internacional no se correspondía con tal atributo de poder.
Hay que esperar hasta el liderazgo de Deng Xiaoping (1977-1993). Con él la economía despegó mediante introducción de reformas económicas de tinte capitalista que desarrollaron el país y lo pusieron a la cabeza económica de las potencias más importantes del planeta (de 1978 -cuando asumió el poder Deng, a 2004 PIB se multiplicó por 11). En el escenario de las relaciones internacionales, apostó por ejercer un rol más activo, pero discreto, sin llamar mucho la atención y sin tomar mucho la iniciativa: llegar a ser una gran potencia mundial pero con la cabeza fría, actitud que rescata del gran pensador chino Confucio (siglos VI y V a. C.). Deng dio un vuelco decisivo a la recomposición de las relaciones internacionales en los años 1970 y 1980 (como por ejemplo Japón o Estados Unidos). Desplegó una política de no confrontación y de colaboración con las potencias internacionales, lo que no le distrajo de trabajar por recuperar la plena soberanía, exigiendo -y consiguiendo- de dichas potencias el retorno a la administración china de colonias como Hong Kong y Macao.
Fallecido Deng, tomó las riendas del poder -si bien siempre vigilado de cerca por el Partido Comunista de China (PCCh)- Jiang Zemin (1997-2002), quien siguió avanzando en las reformas económicas de su predecesor, dedicando un importante esfuerzo a la innovación y a la tecnología, aspecto fundamental de toda potencia que quiera estar en la cumbre de la sociedad internacional: potenció el desarrollo científico para hacer de China un país independiente en dicha materia.
Desarrollo pacífico…pero no tanto
Antes de seguir, debe hablarse de conceptos clave en las relaciones internacionales: “diplomacia pública” y “poder blando”.
El primero hace referencia a una comunicación efectiva de los intereses de un país a otros países o la comunidad internacional, pero también en las opiniones públicas de dichos países (ejemplo, buena valoración de Rusia en Serbia por parte de la opinión pública). Se puede llevar a cabo a través de campañas de información, instituciones culturales, y educativas (los institutos Confucio diseminados por el mundo por parte de China): pero también en medios de información -estatales o no- uso de las redes sociales: en suma comunicar, sí, pero también fomentar los intereses de un país y que estos se vean de manera positiva, como por ejemplo, ensalzando las virtudes de la Ruta de la Seda sobre la que se hablará después…y también minimizando los aspectos no tan positivos.
En cuanto a “poder blando” (en inglés soft power) , es un vocablo creado por el politólogo estadounidense Joseph Nye en los años 1990. Está muy relacionado con el concepto ya descrito de diplomacia pública y consiste en influir en las decisiones mundiales o regionales sin tener que usar la fuerza. De este modo, podría decirse que habría dos pasos: 1) comunicar bien tus intereses y hacerlos atractivos a otras potencias o a sus opiniones públicas (diplomacia pública); y 2) una vez que la gente nos conoce, usar esa información para influir en las decisiones de otros países para que actúen a favor de mis intereses. Dar buena imagen de tu política exterior, para lo cual la opinión pública de la gente «de fuera» es fundamental.
En suma: dos instancias: una de pensamiento, y otra de acción.
El poder blando de China se muestra al mundo de varias formas: en primer lugar, una cultura milenaria que se ve profundizada por los institutos Confucio; en segundo lugar, exhibe un desarrollo potentísimo. Este modelo -con o sin derechos humanos- es fuente de admiración por muchos países en desarrollo, y una aspiración: es un atractivo fuera de duda; como tercer punto, cabe citar sus medios de comunicación y la nómina de periodistas que “trabajan” para China, haciendo su visión mucho más atractiva.
Pues bien: tanto diplomacia pública como poder blando eras dos elementos que se daban de manera bastante tímida y se van potenciado desde Deng Xiaoping, aunque van a adquirir un carácter prioritario cuando asume el liderazgo en China Hu Jintao (2003-2013). Con anterioridad, la diplomacia china se enfocaba en dar a conocer sus logros internos al mundo, pero aún sin intentar ser decisiva. Con Hu Jintao toma carta de naturaleza una dirección concreta de la política exterior, a la que se pone nombre: el ascenso –o desarrollo- pacífico ¿por qué? No vayamos a pensar en buen rollo innato: ya hemos visto que no ha habido contemplaciones en China cuando se ha tratado de reprimir lo que sea. Es una reacción contra una teoría muy extendida, en especial por parte de los estrategas estadounidenses, que sostenían que es imposible que China sea una potencia económica indiscutible y no quiera nada más. No hay más que ver los ejemplos de Alemania, Japón e Italia en los años 1930… y bueno, los mismos Estados Unidos, que desde la compra de Alaska y la “adquisición” de medio México, Cuba, etc., tampoco es que fueran muy pacíficos, aunque ellos no lo van a decir, está claro.
Desde la perspectiva – o discurso- chinos, el desarrollo del país beneficiará a los chinos, qué duda cabe, pero también a los países de alrededor, siendo un motor económico de avance de la economía y el bienestar regionales (algo que veremos muy claro en el proyecto de la Ruta de la Seda). Su actividad internacional desde luego, atestigua esta “buena voluntad”, contribuyendo a que las crisis asiáticas de finales del siglo tuvieran unas consecuencias menos dañinas, lo que se ve atestiguado por el ingreso de China en la Organización Mundial del comercio en 2001. Proporciona, además, ayuda al desarrollo para los países más pobres de la región y labores de mediación con Corea del Norte. Muchos dirán que lo hacen porque, “quien regala, bien vende” pero… ¿qué país no lo hace? En fin, el lema del desarrollo pacífico es más o menos una respuesta defensiva hacia las malas lenguas que aseguran que el auge de China acabará en imperialismo.
¿y la guerra irrestricta? ¿es guerra o no?
Todo esto del desarrollo pacífico está muy bien, pero hay que hablar también de la guerra irrestricta (de la que me ocupo en otro artículo). El concepto está formulado por dos coroneles retirados del Ejército Popular de Liberación (ejército chino, para entendernos) a finales del siglo pasado. Volvemos al desarrollo pacífico: China no quiere guerras, eso lo dejó claro. Pero habría un pequeño matiz: no quiere guerras a lo Ucrania; eso está antiguo, es costoso, daña mucho la imagen, no tiene por qué salir bien ¿qué me está usted contando? ¿voy a arriesgarme a que me sancionen, a una guerra comercial que no beneficia a nadie? ¿para qué enseñar mis cartas? ¿para qué tanto instituto Confucio y tanta campaña? No, toda la carne en el asador no, hay que reservar. Es muy posible que China ya supiera de las intenciones de Vladimir Putin porque, entre otras cosas, es dudoso que se lance a una aventura así sin que China mire hacia otro lado. Se trata de otro tipo de guerra, con piratas informáticos, con campañas de información, con presión sutil y menos sutil, dando préstamos (un poco más abajo lo vemos), con poder blando, en suma. Su guerra no es la de Rambo; es todo lo contrario: una guerra híbrida, donde el ejército (muy lejos aún del de Estados Unidos, aunque todo se hablará) puede ser complementario, pero sólo eso. El esfuerzo está en otro sitio, lo militar es para quien no tiene otro recurso. No es que renuncien a la guerra: lo que no quieren es una guerra convencional.
En suma, con Hu Jintao China ha dejado de ser una potencia sólo económica y se perfila como aspirante a la hegemonía mundial. Sin embargo, aún no se puede hablar de que actúe como tal. Será con el actual líder chino, Xi Jinping, el sucesor de Hu, cuando se comience a ver un discurso de poder que, ahora sí, deja claro a todos que China no es sólo la fábrica del mundo. Hu dice que se acabó la discreción: Confucio y su cabeza fría están muy bien pero hay que superar esa fase: hay que que pasar a la acción. Se establece la diplomacia del lobo guerrero, a tenor de la cual China no eviatrá la confrontación, sin o que la promoverá – y de manea agresiva- cuando Pelín y su política sean objeto de críticas por otras potencias.
Xi Jinping y la Nueva Ruta de la Seda
El proyecto estrella de Xi es la Nueva Ruta de la Seda, (también conocida como Belt and Road Initiative, BRI). Nueva, porque la de toda la vida es un conjunto de rutas comerciales que existen ya desde finales de la Antigüedad y se perfilan durante la Edad Media, siendo popularizadas por la obra de Marco Polo (1254-1324). El mercader veneciano realizó a fines del siglo XIII una expedición terrestre al imperio de los mongoles de Kublai Jan, uno de los últimos grandes emperadores mongoles quien, a su vez, se había proclamado emperador de China. Marco Polo y otros entraron al servicio del emperador explorando territorios recónditos
Pero el proyecto de Xi Jinping es mucho más que eso: es en primer lugar una alternativa a las vías comerciales occidentales en un mundo globalizado. Pero hay más: es un proyecto tan hegemónico que no sólo implica “transitar” por dichas vías. Los objetivos son realmente ambiciosos 1) acondicionarlas, lo que supone macroinversiones en infraestructura a lo largo y ancho del continente asiático (luego, de todo el planeta); inversiones, que pagan los países de destino, muchos de ellos vírgenes en esas infraestructuras; 2) adquisición de infraestructuras para controlarlas y gestionarlas, con banco propio como el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructuras (AIIB por sus siglas en inglés, aquí también lo explico), verdadera alternativa a los bancos “occidentales” del mismo tipo; 3) una red de transportes y navieras que, como COSCO, se encuentran entre las cinco mundiales en tonelaje transportado junto a MSC (Italia), Maersk (Dinamarca), MSC CMA (Francia) y Evergreen (Taiwán). China duplicó su flota, cuyos barcos se producen además en astilleros chinos; 5) por último, si bien empezó limitándose al continente asiático, hoy tiene ramificaciones en todo el mundo; también en Europa, donde han adquirido almacenamiento y puertos como el Pireo (Grecia), son administrados por China. En África también han penetrado fuertemente, ya no comprando o usando infraestructuras sino construyéndolas ellos mismos. En América Latina su presencia es también fuerte. El mencionado AIIB, en principio pensado para Asia, ya opera a nivel mundial y va creciendo su implantación por ejemplo en Latinoamérica.
La BRI no se trata sólo vías comerciales: es tenerlas y controlarlas. Lo dicho conlleva, como se mencionó, un proyecto hegemónico que, forzosamente, va a chocar con los intereses de otras potencias: esta será la historia en la que van a transcurrir nuestras vidas y las de posteriores generaciones.
Sin embargo, la Ruta, por mucho que proclame la diplomacia china, no es inocua. Puede traer muchos beneficios al comercio chino, pero deja un rosario de préstamos en los países objeto de la infraestructura que comprometen en muchos casos su soberanía…pues nadie sabe a ciencia cierta que opciones se pueden ofrecer en caso de no poder hacer frente a los pagos ¿administración china de dicha infraestructura? Habrá que esperar al factor tiempo. Por otra parte, la irrupción de China se inscribe a veces en áreas de influencia de otras potencias, con las que entra en confrontación. Un ejemplo de lo dicho son los Balcanes, donde China irrumpió como un elefante en una cacharrería (cosa que cuento en otro artículo, naturalmente) con sus préstamos y los endeudamientos de los países de la zona y ante la mirada impotente de la UE, pues todos los países de los Balcanes Occidentales son candidatos a estado miembro de la UE. Otro efecto negativo de la Ruta (desde luego, para Occidente, que a China le da igual) es que los créditos para infraestructuras los otorga China sin hacer preguntas pueden suponer un balón de oxígeno para dudosos regímenes…nada de engorrosa burocracia, ni exigirte trámites en relación a cumplir los derechos humanos o ser más o menos democrático. Un buen amigo -y Pekín lo recalca a menudo- no hace preguntas. Como dicen los diplomáticos chinos: China no politiza. Los amigos no hablan de política: se ayudan.
La diplomacia de las mascarillas ha sido todo un ejercicio de poder blando por parte de China-y también Rusia: mientras la UE daba un espectáculo lamentable, exhibiendo la mundo sus miserias, cunado los países del rico norte echaban la culpa a los del sur de la pandemia de Civid-19. China, no politiza. Inundó los Balcanes y Europa oriental de insumos médicos y mascarillas: se ayuda, no se discute. Luego la UE llevó a cabo un ingente plan de reconstrucción `postpandemia, pero el daño a la imagen de la UE ya estaba hecho.
Si eres potencia mundial, tienes compromisos
Es algo de lo que Occidente se queja: no se trata tan solo de ser un poderoso agente económico: ahora eres potencia mundial; y tal condición implica una serie de responsabilidades. No basta con que te desarrolles pacíficamente, tienes que contribuir con acciones a la paz y estabilidad mundial. Ya está bien de dejar el marrón a otros.
Y esto es precisamente lo que ha hecho China, al actuar de mediador con Rusia: dejar de ser mediador oficioso para serlo oficial. El plan de paz chino para Ucrania ya no es suficiente, no basta con no decir nada, hay que buscar la paz. Es lo que se supone que está haciendo ahora Pekín con la visita a Rusia. Y debe parecer creíble, porque es ahora el mismo Volodimir Zelenski quien reclama una visita del Xi Jinping a Kiev. Para bien o para mal, China es el único aliado de peso que puede tener Ahora Ucrania para parar la guerra. El único capaz de presionar a Rusia porque, claro que EE. UU. y la UE están haciendo lo indecible: gracias a ellos sigue existiendo Ucrania y puede seguir defendiéndose. Me refiero a una Ucrania independiente. Los planes de Putin, previa anexión de los territorios ucranianos que consideraba rusos, pasan por convertir a Kiev en un estado satélite según la receta bielorrusa.
China, al fin y al cabo, amenaza
Además, China ya no sólo una potencia económica. La misma Unión Europea ha puesto las cosas claras a China: ya no eres un país que fabrica cosas baratas y nos las exportas, ni un país en desarrollo al que tengamos que ayudar. No en vano, la UE ha cambiado el concepto con que ve a China: ya no es un socio estratégico sino un rival sistémico, según se desprende de la Perspectiva Estratégica / Agenda estratégica de cooperación UE-China 2020.
Aunque, cuando les parece, lo tratan de «socio» para no dar demasiado el cante. Tal vez tenga algo que ver que todos quieren hacer negocios con China y que en breve comienza una gira de visitas de líderes europeos a Pekín.
Para la OTAN, China trae con su ruta de la seda no sólo comercio, sino también exportación de un modelo que supone un “desafío a la seguridad, valores e intereses de la Alianza”: eso, al menos, es lo que declaró Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN en la cumbre de Madrid de 2022. Está claro que, como se ha dicho, los créditos chinos traen además las bondades de su sistema….los derechos humanos los dejamos para luego y vamos a desarrollarnos económicamente. Está muy mal, pero que tire la primera piedra el que esté libre de pecado. También Estados Unidos proclama democracia y derechos humanos y luego patrocinó y patrocina a dictadores. La Realpolitik es lo que tiene.
Estados Unidos, por su parte, ya se ha puesto a trabajar para intentar conjurar la potencia de la Ruta de la Seda, implementando el plan de 2021 Reconstruir Mejor el Mundo (Build Back Better World o B3W, ver aquí).
Los estrategas chinos, en todo caso, no es que se queden callados también tienen su contraataque: para ellos, la UE, Estados Unidos, Occidente…mantienen un orden mundial occidental salido de la II Guerra Mundial y no quiere que nadie les pise el terreno: no soy yo, eres tú quien quiere lío.
En cualquier caso, la potencia económica de China no es infinita. Los países en desarrollo crecen muy rápido. porque se parte de muy bajo. Pero ya hemos visto que En este sentido, China amenaza con asomarse a la recesión en 2022.
Rusia y China, los mejores amigos
China hace sus deberes, viene a mediar, a intentar conseguir la paz; y qué mejor que influir sobre su “mejor amigo” ruso. China lanza, así, un claro mensaje al mundo: Rusia es su amigo, que nadie se confunda. Es cierto que no tanto como dicen, pues las declaraciones chinas se prodigan siempre en la exaltación de la amistad. No es exageración, es una forma de expresarse característica de la diplomacia china: esta, digamos exaltación de la amistad que también se da con, por ejemplo, Serbia y otros aliados.
Con todo, hay que apuntar también una cosa: que no sabemos hasta qué punto le interesa a China que Putin siga haciendo de las suyas. Por una parte, las transacciones comerciales de Moscú con Pekín han aumentado y la no-ayuda a Rusia se cobran de alguna forma, por supuesto en términos de poder blando. Sin embargo, se dice una cosa: que a Rusia le interesa el desorden en Occidente y la UE; a China, por el contrario, el orden. No se está gastando una millonada en infraestructuras para que su pujante comercio se vea mermado por una guerra. De momento, a Pekín le va bien, pues la influencia mundial que está logrando con motivo de la guerra en Ucrania contrasta con un Occidente sólo puede ayudar con armas -ni hablar de meterse en una guerra abierta (aunque está claro que estamos en guerra)- y promesas de adhesión a Kiev y declaraciones acerca del destino europeo de Ucrania. Rusia, no digamos el papelón en Ucrania. Sólo a China parece beneficiar este embrollo. Pero ojo: Pekín tiene intereses estratégicos claros como las disputas en el Mar de China Meridional (cuyas disputas salpican hasta en los países de los Balcanes), una de las vías comerciales más transitadas del mundo, el mar de China oriental y Taiwán